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La crisis latinoamericana: ciclos nacionales y economía latinoamericana

Brigada Ramona de la Parra

Fuente: El Universal, México, 27 de julio de 1977.


Veíamos, la semana pasada. Cómo la crisis económica que atraviesa hoy día América Latina debe ser considerada desde una doble perspectiva: en tanto que resultado de la crisis económica mundial y en tanto que expresión de la dinámica propia de nuestros países, que —por lo menos los de mayor desarrollo relativo—, generan ciclos económicos nacionales. En este sentido, al tomar el ejemplo de la economía brasileña, pudimos constatar allí, en los últimos veinte años, la existencia de tres ciclos quinquenales, en que se alternan la expansión y la recesión: 1957-62, 1962-67 y 1968-73. Indicamos también que la actual fase recesiva, iniciada en 1974, no podrá en principio ser superada antes de fines de esta década, con lo que se configura un cuarto ciclo.

Ahora bien: ¿qué caracteriza un ciclo recesivo? En lo esencial, la retracción de la inversión, provocada tanto por la caída de la tasa de ganancia, como por la contracción relativa del mercado, en tanto que causa directa, una vez que una y otra razón se determinan mutuamente. Es por esto que toda crisis económica profunda en América Latina presenta una trabazón natural con la economía mundial. En efecto, ésta no sólo constituye una porción significativa del mercado para la producción latinoamericana, sino que participa también en un grado importante en la inversión que aquí se lleva a cabo.

En este sentido, es posible discernir una diferencia en la manera como las economías latinoamericanas resienten los efectos de las fluctuaciones coyunturales de la economía mundial. Así, aquellos países que dependen en mayor medida de sus exportaciones, es decir, aquellos en que éstas representan parte importante de su producto bruto, sufren de manera mucho más directa las variaciones del mercado mundial aunque éstas pueden inducir en ellos fases económicas de signo inverso al que caracteriza a la economía mundial en su conjunto. Es el caso de Venezuela hoy, que fuertemente dependiente del petróleo, atraviesa un ciclo expansivo, determinado por los precios y la demanda favorables a ese producto internacional. Se podría argumentar que Venezuela constituye una excepción, dada la situación especial del petróleo. Consideremos, sin embargo, otro producto, que goza también, actualmente, de buena posición en el mercado mundial: el café. Colombia, cuya vida económica es fuertemente influida por las exportaciones de ese producto, pasa por lo que se llama allí de “Bonanza económica”. Éste no es en absoluto el caso de Brasil, que, pese a ser un exportador de café de más peso aún que Colombia, tiene su vida económica determinada en grado mucho mayor por su sector manufacturero interno.

Precisemos este punto. Los países latinoamericanos de mayor desarrollo relativo, como Brasil, México, Argentina, que cuentan con un sector manufacturero importante, se encuentran subordinados a la economía internacional más por la dinámica de la inversión, que por el volumen y el valor de sus exportaciones. Esa determinación de la inversión interna por factores externos se presenta de dos maneras: mediante la acción de los financiamientos, préstamos e inversiones directas extranjeras sobre la inversión interna y a través del hecho  de que ésta, para materializarse en forma productiva, depende de las disponibilidades y del precio de las máquinas y equipos proporcionados por el exterior.

Es por esta razón que, en los países de mayor desarrollo relativo, la coyuntura internacional sólo influye en la determinación de su ciclo económico nacional en la medida en que se convierte allí en un factor interno. En consecuencia, sus ciclos nacionales presentan un carácter muy complejo; puesto que tanto dependen de la dinámica propia del capital extranjero, como de las condiciones de mercado y rentabilidad que pueden ofrecer a éste, lo que les permite, hasta cierto punto, influir aquella dinámica.

Al tratarse, pues, de países de mayor desarrollo relativo, no basta con achacarle a la economía mundial la responsabilidad de los problemas que enfrentan actualmente. Es necesario considerar también la parte que en ellos les cabe a esos países. Sólo así, por lo demás, les será posible determinar el grado de autonomía de que disponen para buscar soluciones a la crisis en que hoy están sumidos.

Ruy Mauro Marini


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