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Huelga de hambre: presos políticos brasileños en la lucha

SOCIEDAD AGENCIA BRASIL CC

Fuente: Archivo de Ruy Mauro Marini. Publicado en El Universal, México, miércoles, 17 de mayo de 1978.


La huelga de hambre que, hace un mes, iniciaron los quince presos políticos del penal de la isla de Itamaracá, en Pernambuco, se ha ido alastrando al resto de Brasil, siendo ya 84 el número de detenidos involucrados en ella. Su motivación inmediata es la protesta contra el confinamiento solitario perpetuo impuesto a dos prisioneros de Itamaracá: Rholinde Sonde Cavalcanti y Carlos Alberto Soares, situación que rige desde 1975. En su sentido más general —como lo demuestran las movilizaciones promovidas en solidaridad con los huelguistas por el Comité Brasileño pro Amnistía, organizaciones estudiantiles, religiosas y femeninas, familiares de detenidos políticos, intelectuales y artistas— la huelga es parte del movimiento popular que, levantando un proyecto alternativo al del Gobierno, lucha por la democratización del país.

El proyecto gubernamental se perfiló el año pasado, en el momento mismo en que la dictadura conmemoraba su 13° aniversario: el general Ernesto Geisel clausuró temporalmente el Congreso y decretó un conjunto de medidas conocidas como “paquete de abril”, adoptadas en función de los poderes de excepción que le confiere el Acta Institucional No. 5, impuesta por los militares en 1968.

La más importante se refería a las reformas constitucionales que debe realizar el Congreso; estas podrán ser propuestas por el Presidente de la República o un tercio de cada Cámara del Congreso y aprobadas por mayoría simple, y no por dos tercios, como antes. Con ello, el Gobierno aseguró su conducción en el proceso, una vez que dispone de mayoría parlamentaria, y lo quiso convertir en una mera “institucionalización desde arriba”.

En los meses que siguieron, la atención del Gobierno sólo lateralmente se dirigió a esa cuestión, puesto que se vio absorbida por el problema sucesorio. Las contradicciones surgidas en el bloque dominante y en las propias Fuerzas Armadas acabaron siendo sorteadas por la fracción militar que encabeza Geisel, la cual logró imponer como candidato oficial a la presidencia al general Joao Baptista Figueiredo, jefe del Servicio de Inteligencia. En realidad, el éxito de la fracción de Geisel, fue relativo, una vez que agravó las disensiones en las Fuerzas Armadas, reforzando la posición de opositores como el general Hugo Abreu y favoreciendo el surgimiento de dos movimientos organizados, que la combaten: una, de carácter progresista, el Movimiento Militar Democrático Constitucionalista (MMDC), y otra, con marcada inclinación a la derecha, el Movimiento Revolucionario Democrático (MRD).

Las diferencias se han agudizado también al interior de la burguesía, con la insistencia del senador José Magalhaes Pinto en sostener su candidatura a la presidencia y las pretensiones del partido legal opositor, Movimiento Democrático Brasileño, de presentar también candidato propio; noticias recientes hablan de la posibilidad de que el MDB lance a un militar. Paralelamente ganó fuerza el movimiento popular en favor de una democratización real, destinada a asegurar a las fuerzas populares y de izquierda el espacio político necesario para avanzar más rápidamente. El eje de su accionar es, pues, la amnistía amplia, que garantice la liberación de todos los presos políticos, la restitución de los derechos políticos a quienes han sido privados de ellos y el regreso de los exiliados.

En las últimas semanas, el Gobierno y el pueblo han avanzado, cada uno por su lado, en la implementación de sus proyectos. El primero dio a conocer una medida legal, a ser aprobada por el Congreso, que restablece el habeas corpus en forma parcial. El segundo logró unificar en el Comité Brasileño pro Amnistía a los distintos organismos regionales y sectoriales que luchan por la amnistía amplia. Es en el marco de ese proceso que se sitúa la huelga de hambre de los presos políticos quienes, sobreponiéndose a las limitaciones que les impone su condición, participan activamente en la lucha por una verdadera democracia en Brasil.

Ruy Mauro Marini


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