Conversación con Luis Cerda
Fuente: Entrevista realizada por el periódico Liberátion, París, marzo de 1974. Tomada de MIR Chile: Chile-Dokumentation 1, Munich, 1974; base de datos Materialien zur Analyse von Opposition (MAO), Jürgen Schröder, Berlín, 10 de septiembre de 2013 PDF. Traducción del alemán, Sergio Pliego.
Liberátion: ¿Cuál es la situación del pueblo y la Resistencia seis meses después del golpe de Estado?
Luis Cerda: Se tienen que distinguir aquí diferentes aspectos del problema. En primer lugar, es necesario reconocer la evolución de la situación en general, y en particular las relaciones de las diversas clases con la Junta Militar. La política económica de la Junta, su política represiva, la manera brutal como asegura los intereses y privilegios de sectores de clase y empresas nacionales y extranjeras asociados al gran capital. Todo esto nos lleva a no subestimar los cambios en la situación política general, que tienden a reducir la base social que apoyaba a la Junta en un inicio, en el momento del golpe de Estado. Hoy en día hay sectores de la pequeña burguesía, e incluso fracciones burguesas, que están absolutamente descontentos con la Junta Militar. Por otra parte, la situación de los trabajadores del campo y la ciudad se ha deteriorado gravemente. Todo esto lleva a un clima de descontento general. Teniendo en cuenta estas circunstancias, debemos desarrollar el trabajo político.
Obviamente, la situación que hemos descrito despierta en algunos ciertas ilusiones. Desde el momento en el que estos sectores pequeñoburgueses y de la burguesía empiezan a expresar su descontento, hay quienes creen que la Junta Militar se debilita y el campo revolucionario se fortalece. Nosotros somos mucho más escépticos al respecto. Estos hechos son muy importantes, pero en el desarrollo de la política las cosas nunca suceden de forma automática. Aunque esto trae un cierto debilitamiento de la Junta Militar, no significa en modo alguno una garantía para el fortalecimiento de las fuerzas revolucionarias. Si no existe una política que se enfrente de una manera muy clara y precisa a la Junta, estos conflictos y contradicciones no implican en sí mismos un fortalecimiento del campo revolucionario. Esto también puede favorecer a ciertas posiciones de centro, a pesar de que —en mi opinión— no tienen futuro en la dinámica del proceso chileno. Éste es el primer aspecto que hay que considerar.
En segundo lugar, somos de la opinión de que el innegable debilitamiento de la Junta tendrá sólo un impacto muy limitado en las posibilidades futuras en el interior del país. Desde el momento en el que la Junta muestra abiertamente lo que es, es decir, la expresión de los intereses del gran capital nacional y extranjero, es obvio que no puede encontrar ningún sustento, ningún apoyo popular real, y está decidida a mantenerse fundamentalmente con el uso de la violencia. Desde este punto de vista, para fortalecer su posición la Junta llevó a cabo purgas en las filas de las Fuerzas Armadas —todos los periódicos informan de ello— y logró la total subordinación de éstas con el apoyo de Brasil y Estados Unidos. Mientras la lucha no se extienda en este terreno, no hay manera de que en Chile se desarrollen hoy contradicciones para generar un cambio revolucionario.
No sólo es necesario hacer un análisis general de lo que sucede en el proceso político; también hay que preguntarse qué está pasando en el interior de las fuerzas políticas y ver cuál es la situación y desarrollo de la Resistencia contra la dictadura. En mi opinión, es en este campo donde se expresan los indicios más importantes de las dificultades que la Junta enfrenta para aplastar a las fuerzas chilenas de la izquierda. Como ejemplo podemos tomar al MIR, cuyo aparato militar y organización política están prácticamente intactos. El MIR sólo ha perdido a tres miembros de su Comité Central (de los cuales sólo uno ha desertado de la lucha y se asiló). En cuanto a su liderazgo más alto, la Comisión Política, sólo tenemos que lamentar la detención de Bautista van Schowen. También es un hecho que la Junta no ha podido destruir al MIR, a pesar de que ha hecho todo lo posible para lograrlo, a pesar de que lo considera desde el principio como su principal enemigo. De la lista inicial de las diez personas más buscadas, publicada por la Junta, cinco eran del MIR. De estos cinco militantes del MIR, entre los cuales también estaba Bautista van Schowen, cuatro se han dado el lujo de continuar su trabajo político en Chile: Miguel Enríquez, Andrés Pascal, Víctor Toro y Alejandro Villalobos. Ésta es una señal de que las condiciones para la Resistencia chilena son muy favorables. Cuando se examina la situación desde diciembre pasado, es decir; desde el comienzo de este año, se aprecia que la Junta no ha visto grandes avances en la represión de las organizaciones de izquierda. Esto demuestra la absoluta capacidad de resistir de los revolucionarios chilenos y la izquierda chilena.
Liberátion: Información muy reciente proveniente de Argentina da cuenta de la creación de una Junta de Coordinación Revolucionaria, integrada por diversas organizaciones revolucionarias de los países del Cono Sur (el MIR chileno, el ELN de Bolivia, el ERP de Argentina y el MLN-Tupamaros de Uruguay). ¿Cuáles fueron las razones para la creación de este frente revolucionario? ¿Cuál es la verdadera importancia de esta coordinación para la lucha actual contra los gorilas?
Luis Cerda: Esta coordinación es el resultado de un trabajo constante durante los últimos años y del análisis que hacemos de América Latina: por una parte, desde 1962-1963 el imperialismo norteamericano ha llevado a cabo una política sistemática de fortalecimiento del poder cívico-militar en América Latina; por otra parte, se constata la expansión económica actual del imperialismo en América Latina, lo que se expresa en una interdependencia de intereses entre las burguesías nacionales y el imperialismo norteamericano. El ejemplo más claro y visible es el de Brasil, que tras el golpe militar de 1964 ha desarrollado un sistema subimperialista. El subimperialismo brasileño refleja, por un lado, la integración de los intereses de la burguesía brasileña con los del gran capital monopólico internacional; y por otro lado, los intereses de Brasil como una gran potencia que tiende a ejercer más y más influencia en los países de América Latina para ganar cada vez más poder sobre ellos con el fin de someterlos a su dominio. En Brasil se observa una manifestación especial del dominio imperialista en América Latina. Todo esto hace que las condiciones para el desarrollo de la lucha de clases en América Latina se desarrollen y tengan cada vez más un carácter internacional. La visión del carácter internacional de la revolución latinoamericana que tenía el Che se ha confirmado plenamente. Los golpes de Estado en Chile, en Bolivia, en Uruguay, lo que está sucediendo hoy en día en Argentina: todo esto demuestra que tenemos que luchar contra fuerzas organizadas a nivel internacional y no sólo contra las fuerzas nacionales de cada país. Esta idea surgió entre nosotros al inicio del gobierno de la Unidad Popular: teníamos que considerar el desarrollo de la situación internacional y prepararnos para el futuro. Nosotros nunca nos hicimos ilusiones sobre ser capaces de mantenernos completamente aislados en América Latina, como una isla con un gobierno del pueblo. Sabíamos que la victoria no se podría lograr si las fuerzas populares en otros países no se desarrollaban y que sería imposible mantener el régimen chileno en su forma original. Después de 1971, tras el derrocamiento del gobierno de Torres en Bolivia, después de los acontecimientos en Uruguay, consciente y deliberadamente buscamos un acercamiento con otros partidos con los que compartimos afinidades en lo ideológico y en nuestra formación como organizaciones de izquierda revolucionaria. Nuestro objetivo ha sido y es el crear las condiciones para una verdadera acción internacional. Todavía estamos lejos del momento en que la guerra revolucionaria en América Latina adopte el carácter internacional que el Che quería darle, pero creemos que hay que trabajar para ello. La mejor manera de avanzar en esta dirección es llevar adelante la revolución en nuestros países. Ya tenemos un primer núcleo, que a pesar de la difícil situación actual, atraerá a las fuerzas revolucionarias de otros países. Éste es el caso de Brasil, de Perú, de Paraguay. Hay que esperar a que en estos países las organizaciones revolucionarias puedan consolidarse con el fin de unirse con ellos.
La coordinación, que ya existe, tiene un doble propósito. Por un lado, corresponde a las condiciones objetivas en América Latina. Es decir, una internacionalización cada vez más pronunciada de la lucha revolucionaria; por otra parte, permite el surgimiento de una izquierda revolucionaria en América Latina. No tenemos ninguna prisa, trabajamos en ello de acuerdo con la situación concreta en la que nos encontramos; reagrupamos nuevamente nuestras fuerzas, impulsamos la cooperación a todos los niveles, desde la discusión política hasta la implementación de acciones comunes. Así lo hemos hecho en el pasado y así vamos a seguir haciéndolo para propiciar el avance conjunto con las otras fuerzas revolucionarias en el futuro. El objetivo es la creación de un movimiento revolucionario con capacidad de hacer frente al capital nacional y extranjero en América Latina. Ésta es la única manera de brindar autonomía a la Revolución Latinoamericana y así evitar las fluctuaciones en la política internacional. Nosotros los latinoamericanos necesitamos nuestra propia línea revolucionaria, y sólo en la medida en que seamos capaces de poner en práctica esta línea estaremos en condiciones de ofrecerla a otras fuerzas revolucionarias en el mundo y darles la opción de apoyar la lucha revolucionaria en América Latina.
Liberátion: ¿Cuáles son los principales obstáculos que hoy se oponen a la creación de un frente coordinado de la Resistencia, sobre todo si se tienen en cuenta las condiciones políticas, económicas y estructurales particulares en Chile?
Luis Cerda: Somos de la opinión de que el problema principal consiste en establecer una estrecha vinculación de una línea revolucionaria sobre la base del trabajo clandestino y la preparación de la lucha armada con un amplio y efectivo trabajo de masas. Partiendo de este punto de vista se pueden revisar las dificultades del quehacer revolucionario hoy en día en Chile. Repito: el principal problema que se presenta es tener claro cómo desarrollar una línea revolucionaria, una línea de lucha armada que al mismo tiempo se acerque y se vincule con el movimiento de masas. Esa es la gran pregunta que se hacen casi todas las fuerzas de la izquierda latinoamericana; por así decirlo, “es un hueso duro de roer”. ¿Por qué?
Por un lado, debido a que los partidos tradicionales de izquierda, de tendencia reformista, privilegian y llevan adelante formas tradicionales de lucha, ya que aunque hablan de la estrategia de la insurrección armada, en realidad la han abandonado. Esto ha quedado muy claro en Chile. A pesar de que inicialmente había una disposición social absolutamente favorable a la preparación de la lucha armada en Chile, la mayoría de los partidos de izquierda cayeron en la ilusión de que era posible mantener la lucha de masas por tiempo ilimitado en medio del marco institucional. No se prepararon para enfrentar un mayor nivel de conflicto.
Por otro lado, tenemos el ejemplo de las fuerzas revolucionarias de América Latina, que asumieron firmemente la tarea de impulsar la lucha armada, pero se alejaron de las masas y cayeron en el militarismo de izquierda. Pienso, en particular, en los movimientos revolucionarios que han sufrido enormes pérdidas, como los de Brasil y Venezuela. Incluso los Tupamaros han tenido que hacer una autocrítica de su línea después de 1972.
Para nosotros es de vital importancia mantenernos vinculados con el movimiento de masas para alcanzar el liderazgo y la hegemonía dentro de él, y lograr nuestro objetivo de conducirlo en forma masiva y total hacia la etapa de la lucha armada. Para nosotros todas las formas de lucha deben ser aplicadas. Esto no lo consideramos simplemente como una posibilidad, es factible siempre en función del análisis de la situación concreta de cada momento. Sobre todo, es importante tener muy claro qué formas de lucha prevalecerán y finalmente serán determinantes. Para nosotros es claro que la forma principal de lucha en América Latina es el conflicto armado. Pero la lucha armada no es para nosotros una forma de lucha entre muchas otras, no es un molde que puede tomar o no el movimiento de masas. La lucha armada es la forma general que asumirá el movimiento de masas en una determinada fase de su desarrollo y del desarrollo de las contradicciones entre él y las clases dominantes, tanto en el interior como en el exterior del país. En cada situación concreta, tenemos que encontrar las formas de lucha a través de las cuales podemos desarrollar una Resistencia de las masas en Chile, a partir de la creación y fortalecimiento de una fuerza militar propia que pueda contrarrestar y destruir el poder armado de la burguesía y el imperialismo.
Liberátion: En la declaración del Secretariado Nacional del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de enero de 1974, se establece la necesidad de crear un “amplio bloque social”, que “bajo el liderazgo de la clase obrera y con el conjunto de las clases explotadas y oprimidas por la dictadura gorila, especialmente amplios sectores de la pequeña burguesía, convoque a la lucha para derrocar a la dictadura”. ¿Este amplio bloque social del que se habla en ese documento pretende incluir también a sectores de base del Partido Demócrata Cristiano, que al parecer se han dividido frente a las políticas represivas de la Junta?
Luis Cerda: La Democracia Cristiana es un partido que ha atraído a una parte muy significativa del pueblo. Hoy en día, consideramos que no la democracia cristiana como tal, pero sí sectores dentro de ese partido, deben unirse a la Resistencia. Sin embargo, para evitar cualquier confusión entre nuestra posición y la posición de la democracia cristiana, que nosotros criticamos, tenemos que destacar: definitivamente no queremos una apertura hacia el centro. Ante la radicalización de las contradicciones y la lucha de clases en el Chile de hoy, tal línea centrista nos parece absolutamente injustificada. Nosotros consideramos que los distintos sectores de la sociedad chilena, en particular sectores de la pequeña burguesía, expresan agudas contradicciones con la Junta. Necesitamos unir estas fuerzas.
Para nosotros, en este momento el movimiento de masas es más importante. El movimiento de masas todavía no se ha recuperado totalmente luego de la derrota que sufrió con el golpe de Estado y la dictadura. La clase obrera todavía no ha encontrado las mejores formas de lucha, las mejores formas de hacer frente a la dictadura militar y luchar por sus propios intereses. En este momento la tarea principal para nosotros es la organización de la clase obrera y los sectores sociales que son nuestros aliados naturales. Por supuesto, tratamos de dejar en claro a la pequeña burguesía, e incluso a sectores de la burguesía media, que la Junta militar no representa sus intereses. Sin una política consecuente, sin tener primero un movimiento de Resistencia efectiva de los trabajadores, nosotros no nos hacemos ilusiones sobre las perspectivas de atraer a la lucha a estos sectores.
Liberátion: El período actual es, pues, el período de reorganización de la clase obrera, que fue gravemente dañada por la represión. ¿Es ahora, por lo tanto, el momento de la reestructuración de la clase obrera como clase política?
Luis Cerda: Eso es correcto. Lo más importante en este momento es la reorganización de la clase obrera y el establecimiento de alianzas con los demás sectores del pueblo, con sus aliados naturales. La fase actual es también la fase de preparación del Partido y las organizaciones de masas clandestinas; y posteriormente, en una segunda etapa, encontrarnos en una situación en la que podamos conducir lucha a terrenos más convenientes para nosotros. La dictadura intenta de manera bastante torpe provocarnos para que demos una batalla para la que todavía no estamos preparados. No estamos preparados aún para ir a una batalla en el terreno donde la Junta tiene la intención de llevarnos. Queremos elegir, y nosotros vamos a determinar el momento y el terreno. Para ello, no sólo es necesario iniciar la lucha armada contra la dictadura, sino ser capaces de darle continuidad. Debemos impulsar un movimiento de masas que esté dispuesto a mantener y llevar adelante acciones de este tipo. Por otro lado, es necesario que en el contexto internacional se genere simpatía y solidaridad con nuestra lucha. Llevamos adelante nuestra política actual apoyándonos en dos líneas de acción. En primer lugar, la reorganización del Partido y el movimiento de masas, sobre todo del movimiento obrero, en las nuevas condiciones de la lucha de clases. En segundo lugar, la preparación de las condiciones internacionales favorables para entrar en una lucha abierta contra la dictadura.
Quiero enfatizar que desarrollamos estas dos líneas de acción desde septiembre de 1973 utilizando todas las formas de lucha. El hecho de mantener una estructura clandestina en las condiciones actuales y desarrollarla aún más, ya significa una forma de lucha contra la dictadura. Pero, por supuesto, no queremos detenernos, queremos seguir adelante con la lucha que hemos iniciado y ser capaces de tomar nuevamente la ofensiva en su momento. Y para la preparación nos tomaremos todo el tiempo que consideramos necesario.
Liberátion: Aunque es muy difícil obtener una imagen precisa de la Resistencia, parece evidente que dentro de ella, dentro de la izquierda, hay desacuerdos acerca de las formas que la lucha de Resistencia debe adoptar. Así por ejemplo, el diario francés L’Humanité publicó en su edición del 8 de enero de 1974 una declaración de Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista de Chile, en la que pone el acento en la restauración de las libertades democrático-burguesas, ya que han existido antes, durante los gobiernos de Frei y de Allende; en esa declaración el Partido Comunista de Chile también reanuda su crítica a la “ultra-izquierda”. ¿Qué posición adopta el MIR ante estas declaraciones del Partido Comunista de Chile? ¿Considera el MIR que la estrategia de Resistencia que impulsa el Partido Comunista corresponde a las necesidades actuales de la Resistencia?
Luis Cerda: En estos momentos las contradicciones dentro de la izquierda no son muy fuertes, no son muy visibles. Pero somos conscientes del hecho de que las posiciones se definirán más claramente con el tiempo. La declaración del Partido Comunista publicada en enero es un paso atrás en comparación con su primera declaración de octubre, en la que muestra una perspectiva mucho más avanzada. Por otro lado, el Partido Comunista ha firmado —después de la publicación en enero de ese texto— una declaración conjunta, publicada en París el 12 de febrero, en la que se exponen tesis de más largo alcance que las que contiene su declaración anterior. Consideramos que en estos momentos el Partido Comunista trata de encontrar la posición más correcta para enfrentar las nuevas condiciones en Chile, que se encuentra en la búsqueda de una nueva línea, y que esto se expresa en sus avances y en sus retrocesos.
En cuanto a nuestra posición, el MIR es de la opinión de que el principal objetivo de la Resistencia no puede consistir en la restauración de las libertades democrático burguesas simplemente porque ya han existido antes. También creemos que en el momento actual, en el que el equilibrio de poder no es tan favorable para las fuerzas populares, la restauración de las libertades democráticas, incluso en relación con las formas pre-existentes de la democracia burguesa, sería un paso hacia atrás, ya que implicaría regresar a la situación previa al golpe. El movimiento popular está desorganizado y muchos de sus cuadros fueron asesinados. En esas condiciones, el movimiento de masas, la clase obrera, no pueden considerar ni establecer una alianza con la burguesía para restaurar la democracia burguesa: la correlación de fuerzas no es favorable para el surgimiento de condiciones que pudieran permitir a las fuerzas populares reconquistar las posiciones alcanzadas en 1970. Eso sería un claro retroceso.
Por supuesto, somos de la opinión de que hay que luchar por las libertades democráticas, que se tienen que impulsar estas demandas que interesan a amplios sectores de la población y a la propia clase obrera. En la actualidad, ni siquiera tenemos la oportunidad de —al menos— conseguir esas libertades. Pero no creemos que estas libertades puedan ser conquistadas por las fuerzas sociales, si no es bajo la conducción de la clase obrera. Y si la clase obrera lucha por la democracia, ésta no será una democracia burguesa. La clase obrera no apoyará ninguna dominación política que no sea la suya. La democracia es, para nosotros, la democracia socialista. Por ello, en el curso de la lucha las demandas de libertad sindical, de libertad de expresión, etcétera, deben ser impulsadas por el partido junto a la clase obrera y amplios sectores del pueblo, pero al mismo tiempo hay que hacer hincapié en la sociedad chilena, y en particular frente a la burguesía y el imperialismo, que es la clase obrera la única que tiene las condiciones para conducir este proceso. La victoria de esta línea de acción ciertamente no tomaría las formas de la democracia burguesa.
Liberátion: ¿Eres de la opinión de que todos los partidos que formaron la UP entendieron adecuadamente las lecciones aprendidas de la derrota de la vía reformista? ¿Cuál es la evaluación del MIR sobre las últimas declaraciones del Secretariado Unificado de la Resistencia en Roma?
Luis Cerda: Como ya lo he señalado con anterioridad, las contradicciones dentro de los partidos de izquierda no se han desarrollado plenamente. La mayoría de las organizaciones que estuvieron representadas en la UP, como el Partido Comunista, están obligadas a tomarse el tiempo necesario para replantearse su análisis de la situación y buscar nuevas formas de construir el socialismo en Chile, si quieren ser fieles a esta idea anunciada durante el gobierno de Allende. Está claro que, en este sentido, los otros partidos tienen que hacer un esfuerzo mucho mayor que el MIR. Tuvimos que adaptar nuestra táctica a las nuevas condiciones que la realidad impuso en Chile, pero nuestra línea política fundamental no ha cambiado. Nuestro concepto de la lucha en Chile y en América Latina más bien ha sido confirmado por los acontecimientos. El desafío de hoy consiste en implementar esta línea política mediante hechos concretos.
La mayoría de los otros partidos de izquierda habían tomado una línea política equivocada, que fue refutada por la historia. Sin embargo, somos de la opinión de que hay fuerzas en estos partidos que son capaces de confluir en un enfoque común. Hoy en día mantenemos relaciones de amistad con todos los partidos de la izquierda chilena, y tratamos de encontrar las mejores condiciones posibles para promover la lucha política e ideológica con el fin de desarrollar una base común más sólida que antes. ¿Es posible alcanzar el consenso? Todos los partidos, incluyendo al MIR, se encuentran hoy en una posición bastante difícil, que fue creada por el golpe militar. Por tanto, estamos obligados a organizarnos utilizando gradualmente formas de trabajo conjunto entre nosotros. Todo nuestro esfuerzo en este momento tiene como objetivo lograr que este trabajo conjunto se exprese en acciones concretas.
Hoy toda la izquierda se enfrenta a tareas que necesitan ser retomadas de inmediato, y en estos esfuerzos la cooperación es posible y necesaria. Por esta razón trabajamos junto con los otros partidos, e incluso hemos firmado una declaración conjunta, a pesar de que frente a nuestras posiciones implica un paso atrás, si bien es cierto que no es contraria a nuestros principios fundamentales. Lo hemos hecho con el objetivo de llevar a cabo una serie de tareas concretas, sin dejar de lado que, en relación con un acuerdo sobre cuestiones estratégicas, todavía queda un largo camino por recorrer. Para avanzar en nuestras posiciones, por un lado hemos expuesto nuestros argumentos en la discusión; pero sobre todo, en la medida en que traemos a la mesa situaciones concretas llevamos a estos partidos a que tengan entonces que tomar posiciones al respecto. En nuestra opinión, esto es mejor que impulsar unilateralmente la discusión ideológica.
Me gustaría abordar con más detalle este punto: la lucha ideológica es importante y siempre la hemos privilegiado, pero no es la única tarea a desarrollar en nuestras relaciones con las demás organizaciones de la izquierda. Para nosotros es la práctica política, la práctica del movimiento de masas, la que en última instancia determina las relaciones y correlaciones entre las distintas organizaciones de la izquierda. En este sentido, desarrollamos una práctica del movimiento de masas con una intención específica que no queremos ocultar ante nadie, ante ningún partido político. Esto no nos impide firmar una declaración conjunta como la del 12 de febrero. De todos es conocida nuestra posición política en cuanto a nuestros objetivos estratégicos, nuestras tácticas actuales y la forma en que hay que desarrollar la solidaridad internacional, que no se expresan exactamente en la Declaración de 12 de febrero, aunque no vemos ninguna contradicción en ello.
Liberátion: ¿Podrías darnos alguna información acerca de la unidad desde la base que se lleva a cabo en el momento?
Luis Cerda: Nosotros impulsamos el debate ideológico y político con las otras organizaciones en el ámbito de la coordinación de la izquierda chilena sólo si es absolutamente necesario. Las cuestiones ideológicas se abordan sólo sobre la base de problemas muy concretos que la Resistencia debe cumplir. Independientemente de ello, impulsamos nuestras relaciones bilaterales con los partidos, tanto en el interior como en el exterior de Chile, para abordar discusiones de carácter fundamental. Para algunos de estos partidos, esto implica hacer una crítica y autocrítica de sus acciones ante el golpe de Estado, y de sus posiciones actuales como organizaciones políticas. Dentro de la coordinación sólo estamos tratando de resolver los problemas prácticos que enfrenta la oposición tanto en el interior del país como el exterior. Inmediatamente después del golpe, se señaló la necesidad de crear una instancia de coordinación en el propio Chile, pero ésta ha sido una tarea que no ha podido ser resuelta hasta hoy. Por ello, en la actualidad mantenemos más las relaciones bilaterales con los otros partidos. En este contexto de represión y clandestinidad, las circunstancias específicas en las que tenemos que actuar todos los días son una gran palanca para la unidad. Pero no sólo hay problemas técnicos con esta coordinación; también hay problemas políticos. Durante las discusiones con las fuerzas políticas sobre la situación previa y la actual, vemos que la coordinación dentro de Chile puede concretarse.
Liberátion: ¿Cómo evalúa el MIR, la posición de China y la Unión Soviética en relación con la Junta?
Luis Cerda: Ésta no es una pregunta difícil. La reacción de la Unión Soviética y los demás países del bloque del Este ha sido muy positiva. La ruptura de las relaciones diplomáticas y económicas —entre otras medidas— lo demuestra. Por el contrario, no estamos satisfechos en absoluto con el comportamiento de la República Popular China. Teníamos la esperanza de que China también actuaría como la Unión Soviética.
Liberátion: ¿No tiene la Unión Soviética una cierta responsabilidad en la difusión de la teoría de la vía pacífica al socialismo?
Luis Cerda: En cuanto a China —con excepción de algunos cambios en su política exterior que se han vuelto muy claros en los últimos años— este país se vio poco afectado por los acontecimientos en Chile. China ha adoptado frente a América Latina una actitud de gran potencia, la cual no es compatible con el internacionalismo proletario. Por otra parte, esta posición a menudo es adoptada por la Unión Soviética en otros países en los que China, a su vez, se comporta de manera diferente. ¿Qué ha determinado que la política de la Unión Soviética contra la Junta nos parezca tan positiva? El hecho de que los acontecimientos en Chile hayan afectado los intereses de la Unión Soviética y los partidos comunistas, en particular los europeos (en Francia e Italia), obligó a la Unión Soviética a tomar una posición muy clara que parece ser una especie de advertencia a los capitales nacionales y al gran capital internacional, que podrían emprender experimentos similares en otros países.
No se puede soñar con una política ideal. Podemos alcanzar una solidaridad efectiva de los países socialistas con los movimientos revolucionarios en América Latina sólo si los confrontamos con situaciones concretas en las que se vean obligados a tomar una posición. La Unión Soviética también puede tener sus propios puntos de vista acerca de la vía pacífica, sobre la manera de hacer la revolución en tal o cual país, puede mostrar una preferencia por la vía parlamentaria, etcétera. Cuando la Unión Soviética se enfrente con procesos concretos, se verá obligada a apoyar a aquellas posiciones más avanzadas en comparación con las que ella misma ha prohijado. Tengo la impresión de que los partidos revolucionarios y los partidos de izquierda en general no tienen que preocuparse demasiado acerca de lo que la Unión Soviética o tal o cual país socialista piensen sobre la situación en otros países. No importa tanto saber si la Unión Soviética y el campo socialista apoyarán a un cierto movimiento revolucionario o no. En nuestra opinión, el problema se debe abordar de otro modo: es la creación de un verdadero movimiento revolucionario la que puede llevar a los países socialistas a adoptar una postura que corresponda a nuestras ideas.
Durante los últimos años China ha iniciado un cierto retroceso hacia América Latina. Al parecer, en la actualidad no tiene ningún interés en jugar sus cartas en esta parte del mundo. Ésta es una expresión de la política de gran potencia —similar desde hace unos años a la política exterior soviética— que ha prevalecido en la política exterior china. Nosotros lamentamos mucho la posición china, porque nos quedan claras las razones que han llevado a China a desarrollarla. La razón principal de esto es que los chinos no consideran que sus intereses han sido afectados por la Junta, pero sí por el gobierno de la Unidad Popular. Hay que recordar que la República Popular de China, ofreció su solidaridad al gobierno de Allende, y que debido a sus propios intereses nacionales e internacionales, éste la ignoró. La Unión Soviética, sin embargo, jugó un papel, no sólo a través del Partido Comunista de Chile, también como parte de la política que lleva a cabo en el mundo mediante la propagación de la coexistencia pacífica. Además, aquí se manifiestan intereses muy fuertes, como los del Partido Comunista Francés y el Partido Comunista Italiano, que han obligado a la Unión Soviética a tomar una posición mucho más fuerte contra la dictadura en Chile.
A medida que la situación internacional obliga a los países socialistas a adoptar una postura diferente a la que dictan sus propios intereses, el internacionalismo proletario, que hoy está casi en el olvido, podrá desarrollarse. Llegará el momento, ya que China está interesada en lo que sucede en América Latina al igual que los demás países socialistas. Ésta es la situación en la que desarrollamos nuestro accionar. Tenemos que crear las condiciones para que los movimientos de izquierda, tanto en el capitalismo como en el socialismo simpaticen con nuestra posición, incluso si no coincide con la que ellos nos han manifestado previamente. El mismo problema se plantea con respecto a las relaciones con la izquierda chilena. Debemos discutir nuestros puntos de vista, pero en última instancia, la actitud que tomarán estas fuerzas dependerá de los problemas concretos que enfrentamos en la práctica.
Liberátion: En los meses posteriores al golpe de Estado, un número considerable de comités de apoyo a Chile surgieron en Europa, especialmente en Francia, Italia y Alemania. ¿Cuál es la forma más urgente y necesaria de apoyo, que estos comités deben realizar en la situación actual para apoyar a la Resistencia?
Luis Cerda: En primer lugar, debo decir que para el pueblo chileno la solidaridad internacional ha jugado un papel muy importante, particularmente en relación con el aislamiento diplomático de la Junta Militar.
Además, a nombre del MIR quiero dar las gracias por las acciones de solidaridad que los comités de apoyo y las organizaciones políticas han desplegado hacia nosotros. Este apoyo y la solidaridad internacional nos han permitido tener éxito en la primera fase de nuestra política; es decir, sobrevivir y asegurar la existencia física del partido para poder pasar a la etapa siguiente: la de un conflicto abierto.
Esta solidaridad con nuestra organización ha sido muy importante, principalmente porque el MIR ha logrado mantener a todos sus cuadros y militantes en el interior de Chile, y por ello sus militantes —salvo muy pocas excepciones— no han sido asignados a tareas en el exterior. Nosotros somos la organización más débil en el exterior, con la más reducida infraestructura, porque la estructura de nuestra organización ha permanecido dentro del país. Sin la solidaridad internacional, sin su apoyo material y moral esto habría sido imposible.
Pero tengo la impresión —sin menospreciar el papel de los movimientos de solidaridad y de las organizaciones— de que esto ha sido provocado por el choque del golpe de Estado en Chile. El movimiento de solidaridad pudo manifestarse en los primeros días a través de reacciones humanitarias y espontáneas. El reto de hoy es mantener una movilización a largo plazo.
Ruy Mauro Marini