Acerca de la Universidad latinoamericana

Fuente: entrevista realizada por la revista Síntesis n. 5, México, 1973 (versión mimeografiada, archivo Ruy Mauro Marini-Escritos).


Síntesis: ¿Qué papel cumple la Universidad en América Latina y a qué se debe la crisis por la que pasa actualmente?

Ruy Mauro Marini: Creo que sería necesario distinguir las principales funciones que cumple la Universidad latinoamericana, hoy día, desde el punto de vista de la funcionalidad del sistema capitalista y de la sociedad burguesa. Podemos distinguir fundamentalmente tres funciones:

1. La función tradicional del sistema educativo en cualquier tipo de sociedad, es decir, la reproducción de las relaciones de dominación, sobre todo a nivel de los valores ideológicos.

2. La función de adecuación de la oferta de mano de obra calificada a las necesidades del mercado de trabajo capitalista, que se ha desarrollado reflejando el proceso de desarrollo económico en América Latina y la formación de una economía industrial.

3. La función de constituir un mecanismo a través del cual se expresa la alianza de la pequeña burguesía con la clase dominante. Esta es una función de carácter político, referida a las condiciones en que se ha desarrollado la lucha de clases.

Vistas estas funciones históricamente, se puede afirmar que en lo que se refiere a la primera función, es decir, la reproducción de valores ideológicos, la Universidad ha sufrido un proceso de transformación con el objeto de cambiar su pauta de valores, lo que se ha expresado, en cierta medida, en una lucha ideológica entre las clases dominantes al interior de la Universidad. O sea, la burguesía debió de enfrentarse a la vieja oligarquía para introducir ciertos valores que le interesaban, desde el punto de vista del desarrollo del capitalismo; y esto se ha manifestado, con mayor o menor fuerza, según la capacidad de resistencia de las viejas estructuras oligárquicas de la Universidad tradicional.

En cuanto a la segunda función, las transformaciones introducidas por la burguesía son particularmente visibles después de la década de los 30s. La resistencia de las estructuras tradicionales universitarias llevó, en muchos casos, a que la burguesía se viera obligada a crear sistemas paralelos de formación profesional y técnica que se tradujeron en institutos tecnológicos, politécnicos, etcétera. Al interior de la Universidad eso se ha traducido en la modernización más rápida de ciertas ramas especiales, la introducción de nuevas carreras, mientras se observaba una mayor persistencia de las estructuras tradicionales en las escuelas que habían sido, digamos, un campo reservado a los sectores oligárquicos. Naturalmente, esto va a tener influencia en la manera como se va a manifestar el movimiento estudiantil y la dinámica de éste va a reflejar esa situación de desarrollo desigual al interior de la Universidad.

En cuanto a la tercera, tal vez la menos estudiada pero la más importante, se ha derivado de la presión de los grupos medios, y actualmente en algunos sectores populares, por ingresar a la Universidad. Esa función nace directamente del proceso de ascenso de esos grupos dentro de los sistemas políticos latinoamericanos, por lo tanto, para entender las etapas de la reforma universitaria tenemos que considerar las transformaciones en la estructura de clases y, particularmente, la situación de la pequeña burguesía.

En la primera etapa de la reforma universitaria, en los 20s, la pequeña burguesía trataba de introducirse en el sistema político y la Universidad le parecía un mecanismo capaz de plantearle posibilidades de promoción social. La reforma universitaria tuvo por resultado una cierta democratización en la Universidad, pero sin poner a discusión su relación con las masas trabajadoras. Con el desarrollo posterior de la economía capitalista latinoamericana, el gran crecimiento de los grupos medios se acompañó de un proceso de proletarización de la pequeña burguesía, que pasó de la situación de pequeña burguesía propietaria de medios de producción a una pequeña burguesía en gran medida asalariada. A esto siguió un proceso de diferenciación al interior de la pequeña burguesía, simultáneo a la aceleración de su proletarización y depauperación. Así, las presiones de la pequeña burguesía sobre la Universidad, como instrumento de promoción social, se fortalecieron; sin embargo, a medida que iba logrando aumentar el ingreso a la Universidad, la hacía menos efectiva para atender sus propósitos. Como la expansión de la Universidad no se acompañó de una transformación del contenido de la enseñanza universitaria, que permitiera una vertebración al progreso técnico y, sumado a esto, la manera como la acumulación de capital se dio, es decir, provocando una reducción relativa de las oportunidades de empleo, todo ello acabó por manifestarse en una crisis de la Universidad en tanto que instrumento de promoción social.

La segunda etapa de la reforma universitaria, ubicada en los 60s, nos muestra una pequeña burguesía mucho más radicalizada, dentro del proceso que culmina en 1968-69 en casi todos los países latinoamericanos. Además, esta pequeña burguesía estuvo reforzada por la presión de los grupos populares que buscaban mejores condiciones para su participación política y en el aparato de producción. Se podría decir que la primera etapa corresponde al esfuerzo de la pequeña burguesía para lograr una cierta alianza con la clase dominante; en cambio, la segunda etapa nos muestra un movimiento de la pequeña burguesía que la acerca a las masas trabajadoras. Es decir, hay diferentes contenidos en cuanto a las posibilidades de alianzas de clase en las dos etapas, lo que nos da para el movimiento estudiantil de los años 60s un carácter radicalmente distinto al que tuvo en la primera etapa. El carácter masivo que observamos en el segundo periodo se debe, en gran parte, a la ampliación de la pequeña burguesía como respuesta que intenta dar a los gobiernos y las clases dominantes latinoamericanas en cuanto a la reforma universitaria. Éstas procuran, en efecto, cerrar la Universidad y hacerla más rentable, y solucionar por esa vía el problema que empieza a plantear la enorme masa de profesionales y técnicos que el mercado de trabajo tiene pocas posibilidades de absorber, creando, por tanto, un factor de perturbación política. Esto va a ser un elemento importante para que el movimiento estudiantil se radicalice, en el sentido de defender ciertas conquistas democráticas.

La respuesta del movimiento estudiantil obliga a una reformulación de ese esquema, el cual había sido elaborado por los ideólogos y órganos norteamericanos encargados del problema, cambiando la política oficial de las universidades: por un lado, se retrocede en el intento de hacer una Universidad funcional para las necesidades de desarrollo del sistema capitalista dependiente, lo que se manifestó anteriormente en la ampliación de matrículas y en la mayor cantidad de recursos entregados a la Universidad; por otro lado, se verifica un esfuerzo permanente de desprestigio de la Universidad y, en tercer lugar, se intenta solucionar los problemas de la clase capitalista en cuanto a técnicos y profesionales, ya no a través de la Universidad tal como era antes, sino más bien a través de la enseñanza de posgrado, realizada en el exterior y posteriormente empezando a ser desarrollada también en el ámbito nacional.

De esta manera, las clases dominantes promovieron el desarrollo de la formación de posgrado para crear la futura tecnocracia destinada a ser el elemento eficiente en la gestión de los intereses del capital. Al mismo tiempo, se permite que la Universidad siga apareciendo como instrumento que puede satisfacer las aspiraciones de promoción social, sin las condiciones de cumplir con esas demandas. Podemos concluir entonces que, desde el punto de vista del desarrollo del sistema capitalista dependiente y de la lucha de clases, la crisis de la Universidad prácticamente no tiene solución.

Síntesis: ¿Esto impide que la Universidad pueda jugar algún papel en el proceso de transformación revolucionaria de nuestros países?

Ruy Mauro Marini: Hasta aquí hemos visto el papel que cumple la Universidad referido al desarrollo del sistema. Es necesario hacer un cambio de enfoque y ver a la Universidad desde el punto de vista del desarrollo de la sociedad latinoamericana, un desarrollo que implica cambios cualitativos en la estructura de la roducción, de la propiedad y de la distribución. Así, es correcto atribuir a la Universidad una función crítica, pero la Universidad tiene la necesidad de replantearse el papel que ha cumplido tradicionalmente, que es el de reproducir de manera continua la división de la sociedad en clases, manifestada básicamente en la separación del trabajo manual y el trabajo intelectual.

En este sentido, el primer esfuerzo de los grupos interesados en dar a la Universidad una nueva dirección consiste en, además de convertirla en un centro de crítica sistemática al sistema capitalista, redefinir lo que es la formación universitaria, desmitificar su carácter de instrumento de promoción social y convertir a la Universidad en un centro de reflexión y de lucha por la transformación del sistema. Es decir, la Universidad no sólo tiene que criticar sino, al mismo tiempo, elaborar materiales de interpretación para la acción política en la que ella participa. O sea, entregar a las fuerzas políticas todo el material referente a sus análisis, soluciones, caminos, etcétera, con el fin de efectivamente propiciar acciones políticas revolucionarias.

Para aclarar el papel que la Universidad debe jugar, como ejemplo, citaré a la Universidad de Concepción, en Chile, y más particularmente a la Federación de Estudiantes de esa Universidad. Con anterioridad a 1970, pero sobre todo en ese año, los estudiantes se plantearon la realización de trabajos de verano en el campo. Dicho trabajo se hacía a tres niveles: en el primero, se pretendía lograr una convivencia completa con los campesinos, trabajar con ellos para conocer de cerca sus condiciones de vida y la forma en que son objeto de explotación y opresión. A través de esas experiencias, los estudiantes lograrían derribar los muros que la sociedad burguesa ha establecido entre los grupos privilegiados de intelectuales y aquellos otros grupos que producen y mantienen a la sociedad, incluyendo a esas capas privilegiadas de intelectuales. En el segundo nivel, los estudiantes llevaban a cabo trabajos de investigación en las zonas en que estaban, utilizando todo el instrumental científico que habían podido obtener en la Universidad; este análisis de las condicionesreales de la estructura de la producción, de las relaciones de explotación, sirve a los estudiantes desde el punto de vista de su desarrollo intelectual; sin embargo, el interés fundamental era proporcionar a los campesinos un conocimiento y una conciencia de la situación real en que se encuentran. Podríamos decir que la función de una Universidad crítica llega hasta ese nivel, es decir, no se ha quedado simplemente en la convivencia, el estudio y la crítica de la situación de los campesinos, sino que realiza una labor sistemática de discusión y politización, a través de los resultados de su trabajo con las condiciones de explotación y opresión en que se hallan insertos. Los estudiantes de Concepción pasaron de la Universidad crítica a la Universidad militante.

Este ejemplo se ajusta perfectamente a lo que me he referido como el papel de la Universidad y, sobre todo, el papel que las fuerzas sociales que dentro del estudiantado y de la Universidad están en condiciones de convertirla en un centro crítico y, más que esto, en un centro que se proyecte hacia la acción política a lado de las masas trabajadoras.

Síntesis: En la Escuela de Economía [UNAM], existe un organismo llamado Comisión de Extensión Popular, formado a partir del cogobierno. Su principal objetivo es poner en contacto al estudiante con los problemas de las masas populares y, a partir de dicho conocimiento, realizar una labor que se enmarcaría dentro de la Universidad crítica; es decir, no se realizaría, como sucede con los estudiantes de Concepción, ningún trabajo político, ideológico y de organización. A pesar de las limitaciones existentes, nosotros pensamos que esas prácticas representan un gran avance con respecto a los moldes de la Universidad clásica. ¿Qué opinión tiene usted al respecto?

Ruy Mauro Marini: El caso de extensión popular es un elemento que apareció en el curso de la segunda etapa de la reforma universitaria y que, a mi entender, no rompe efectivamente con el concepto de la vieja Universidad, ya que esta extensión popular es una extensión a partir de la Universidad; es decir, cuando mucho facilita un conocimiento más directo de los problemas sociales, pero todas las informaciones se reelaboran al interior de la Universidad; no es el resultado de un trabajo conjunto de los estudiantes y las masas populares. Las soluciones que se elaboran deben hacerse en un proceso conjunto, es decir, la elaboración de esas soluciones no puede estar divorciada de la práctica misma en que viven esas masas trabajadoras. No se trata de elaboraciones técnicas perfectas, llevadas después como modelos a aplicar en ciertas zonas, sino que a partir de la dinámica propia de la lucha de las masas trabajadoras se pueda avanzar hacia soluciones. Ésta es una concepción radicalmente distinta a la idea de extensión popular. Pero aún esta idea, tal como existe actualmente, representa un avance en la medida en que saca al estudiante de su “torre de marfil” y le permite visualizar la siguiente etapa de su proyección hacia los sectores populares. En este sentido resulta positiva, pero todavía es insuficiente.

Síntesis: ¿Cuáles son las perspectivas que, dentro del proceso de transformación de la Universidad, puede ofrecer el cogobierno y cuáles son sus limitaciones?

Ruy Mauro Marini: El fenómeno del cogobierno ha representado un paso positivo en la democratización de la Universidad. Pero, en las condiciones actuales del movimiento estudiantil y de la lucha de clases, resulta necesario dar otros pasos.

Creo que tenemos que distinguir la concepción ideológica en que descansa el cogobierno y los resultados concretos del mismo. Con respecto a esto último, el cogobierno ha representado un avance en relación a las formas autoritarias que regían la vieja Universidad, lo que ha permitido una relativa democratización de ésta; sin embargo, por la forma como se aplicó el cogobierno, ha implicado un proceso de “parlamentarización” del movimiento estudiantil y la formación de una cierta burocracia estudiantil. Esto no se debe a un problema del cogobierno en sí, sino que el problema radica en que el sello que tiene impreso el cogobierno ha sido impuesto por la sociedad burguesa, por la democracia parlamentaria tal como existe en nuestro país; me refiero concretamente a la forma como se eligen los representantes, la desvinculación de éstos y las bases, el actuar dentro del cogobierno con una perspectiva de compromiso, lo cual ha llevado a una creciente institucionalización y parlamentarización de los representantes estudiantiles.

Por otra parte, el cogobierno se ha estructurado sobre una premisa ideológica que debe revisarse. Esta premisa es la que considera a la Universidad como una comunidad en la cual los objetivos, métodos, propósitos, etcétera, son comunes y, además, la dinámica de los diferentes estamentos que la componen es similar. Esto fue cierto para las viejas universidades, sobre todo la medieval y también la vieja Universidad oligárquica latinoamericana, en las que se daba una identidad no sólo en su origen, sino también en la perspectiva de clase tanto del cuerpo docente como en el alumnado, ya que provenían de los estratos sociales más altos y estaban destinados a los puestos de dirección de esa sociedad. Había, pues, una gran compatibilidad entre la Universidad y la sociedad.

Es evidente que, dados los procesos de transformación que ha sufrido la Universidad, es discutible hablar actualmente de “comunidad universitaria”. Esto es visible en el caso del cuerpo docente, donde encontramos lo que en Francia se ha llamado “los mandarines”, es decir, una élite directamente vinculada —debido a su perspectiva de clase más que a su origen— a la clase dominante y, por otra parte, los estratos más bajos: los profesores jóvenes, los asistentes, etcétera, que representan otros grupos sociales cuya tendencia, desde el punto de vista de las alianzas de clase, se desplaza de la clase dominante hacia los sectores populares. Esto introduce a nivel del cuerpo docente elementos de división, conflictos que hacen difícil hablar de una comunidad docente, o sea, la lucha de clases se hace presente, hoy en día, al interior mismo del cuerpo docente. Esto es más visible aún dentro del estudiantado y, sobre todo, entre los estudiantes y los “mandarines”, haciendo que la idea de “comunidad universitaria” sea inoperante. Desde este punto de vista, la idea del cogobierno tiene que ser reexaminada, ya que supone una comunidad de intereses como base para una colaboración entre diferentes sectores que, como vimos, están bastante diferenciados y que se presentan como sectores opuestos, incluso con posibilidad de convertirse en sectores antagónicos.

Síntesis: La corriente que, dentro del movimiento estudiantil, propugna más fuertemente por el cogobierno se apoya en la concepción de que creando el cogobierno se arrebata el poder a la burguesía dentro de las universidades. ¿Qué piensa usted al respecto? La respuesta es muy importante, ya que actualmente las autoridades universitarias, que evidentemente son representantes de la clase dominante, están dispuestas a conceder ciertas formas democráticas dentro de la Universidad, con el interés de utilizar dichas fórmulas para mediatizar al movimiento estudiantil, enfrascándolo en luchas que no rebasen el marco de los nuevos organismos.

Ruy Mauro Marini: La concepción que sostiene que el cogobierno da posibilidad de arrebatarle el poder a la burguesía es totalmente errónea, ya que sucede todo lo contrario; es decir, el cogobierno aparece, en la perspectiva de la clase dominante, como una manera de “domesticar” al movimiento estudiantil a través de un proceso de parlamentarización y burocratización.

El cogobierno se entiende así como una forma de manipular al movimiento estudiantil, ya que pretende encuadrarlo en el engranaje y funcionamiento de la institución, impidiendo que responda a los intereses reales de los estudiantes, así como a los intereses de los sectores populares que están vinculados a los estudiantes. Creo que, con esto, queda contestado si a la burguesía le interesa hacer concesiones.

A pesar de esto, sería un error adoptar una actitud de rechazo al cogobierno. No se trata de rechazar al cogobierno sino, más bien, profundizar la línea abierta por él, dándole una perspectiva distinta. Se debe sostener el cogobierno, pero un cogobierno fundado en la independencia del movimiento estudiantil y no en su integración a la élite dirigente universitaria. Es a partir del movimiento estudiantil independiente que deben controlarse las políticas adoptadas en el seno de la Universidad y, de ser necesario, imponerse otras.

Esto quiere decir que no se trata de romper los organismos bipartitos o tripartitos que permiten establecer diálogos y discusiones, sino que los representantes estudiantiles tengan autoridad en dichos organismos, por el hecho de haber sido electos como verdaderos representantes de la base estudiantil. En este sentido, se podría admitir que en muchos casos las mismas estructuras de cogobierno se mantengan; lo importante no es la discusión de las estructuras del cogobierno, ni la existencia de organismos bipartitos o tripartitos para la toma de decisiones, sino mantener una estrecha vinculación de los delegados con sus bases, lo que plantea problemas de organización más para el movimiento estudiantil que para las estructuras del cogobierno.

Desde luego, si los representantes estudiantiles no están en estrecho contacto con sus bases; si no existen formas de control de las bases sobre sus representantes; si los representantes no son efectivamente revocables en cualquier momento; si las proposiciones que se llevan a los organismos de cogobierno no han sido apropiadamente discutidas por las bases, será imposible que el cogobierno responda a los intereses de los estudiantes.

Síntesis: Nosotros hemos venido insistiendo en la necesidad de esa vinculación entre base y representantes, debido a que nuestro cogobierno se ha burocratizado, y consideramos que para sacarlo de allí es necesario realizar una serie de impugnaciones surgidas de la base; o sea, que la base misma a través de discusiones impulsara al Consejo, planteándole medidas, incluso obligándolo a romper con ciertos lineamientos propios. Esto ha sido atacado por algunas corrientes políticas que arguyen que se fomentaría la anarquía, debido a que piensan que hay que mantener siempre una dirección, porque de no hacerlo así las bases se esparcirían, llegando incluso a desintegrarse. Este problema se ha manifestado concretamente en relación a la discusión de los planes de estudio, que nosotros queremos iniciar desde las bases, mientras que las otras corrientes intentan hacerlo a partir de la dirección política y, una vez hecho, presentarlo a la base para que lo discuta.

Ruy Mauro Marini: Han tocado un problema bastante complejo que trasciende el marco del movimiento estudiantil para ubicarse dentro de la discusión que existe en torno al tipo de relación que debe establecerse entre vanguardia y base.

Existe la tendencia en algunos grupos al rechazo, con recelo y aún con miedo, a la presencia de las bases y lo disfrazan bajo diferentes acusaciones: “asambleísmo”, “anarquismo”, “manifestación pequeñoburguesa”. Desde luego, lo anterior podría ocurrir dependiendo de la manera como estén relacionados los representantes y la legitimidad de esos representantes, la cual viene no sólo por el hecho de representar a las bases, sino por el hecho de que las bases encuentran en ellos ciertas capacidades para ejercer esa función.

Con frecuencia, los representantes cometen errores. No se trata de plantear las cosas de manera que la discusión no pueda realizarse e forma racional, no se trata tampoco de llevar las cosas cocinadas para imponerlas a la asamblea; lo correcto es que los representantes estudiantiles reunidos con sus bases en asambleas planteen claramente los problemas, para proporcionar a las bases una visión clara, global, así como suficientes elementos de discusión y de reflexión, todo esto constituye un primer paso. Por otro lado, los representantes que tengan proposiciones deben plantearlas honestamente, para que las bases puedan decidir al respecto. Esto no tiene nada que ver con el “asambleísmo” o con el “anarquismo”, sólo una enorme desconfianza en las bases puede llevar a ver las cosas de esa manera. Se trata, entonces, de un problema en la correcta relación entre las asambleas y sus direcciones. Una vez planteado esto sólo hay una salida correcta, que es la mencionada, de otra manera se estaría usando a las bases para maniobrar.

Para romper con la burocratización y la parlamentarización, no sólo es necesaria una relación constante de información entre los dirigentes y las bases, y la posibilidad de revocar a los dirigentes, sino que se precisa de una política sistemática encausada a que las bases participen efectivamente en la toma de decisiones, no solamente reunidas en asambleas sino integrando comisiones de trabajo, brigadas, etcétera, con el fin de poder tomar parte en la resolución de los diferentes problemas, en contacto con sus dirigentes. De esta manera las asambleas no estarían constituidas por elementos dispersos, sino que las bases se hallarían articuladas a todo el trabajo, así como a la toma de decisiones. Una experiencia importante, en este sentido, se observó durante el movimiento mexicano de 1968. Para cualquiera que haya asistido a las asambleas de escuela habrá quedado muy claro el hecho de que las asambleas no eran reuniones amorfas; la dinámica de las asambleas era dada, en gran medida, por la participación de los brigadistas. Estos elementos proporcionaban a las asambleas una estructura articulada y correcta. Creo que este tipo de experiencias deben ser desarrolladas por el movimiento estudiantil, dado que permiten generar formas más sólidas de organización del propio movimiento.

Síntesis: ¿Cuál es la importancia de la transformación de la enseñanza y cuál es la importancia de la participación estudiantil en esa transformación?

Ruy Mauro Marini: Creo que el problema de la transformación de la enseñanza es fundamental si queremos realmente cambiar el papel de la Universidad, no sólo por ser actualmente un canal de transmisión de los valores ideológicos, sino por el hecho de que esa enseñanza es en sí misma el resultado de las estructuras de explotación y opresión.

Como decía antes, una característica básica de la Universidad, en tanto institución, en cualquier sociedad, es la separación del trabajo manual y el trabajo intelectual. En la sociedad burguesa, esa separación es bastante visible y encuentra en la Universidad un elemento de perpetuación. Así, la Universidad cumple una función importante: preparar los elementos encargados de hacer la gestión basada en la explotación del trabajo. Y el hecho de que la Universidad esté separada de la sociedad, de donde surge la idea de “comunidad universitaria”, se manifiesta en diversos aspectos, incluyendo el de la enseñanza, la cual se hace no sólo transmitiendo valores ideológicos, sino teniendo el cuidado de mantener separados a los estudiantes, futuros gestores de la sociedad capitalista, de las masas trabajadoras.

Por ejemplo, la manera como se forman los estudiantes de ingeniería: sus prácticas los obligan, en la medida en que es necesario conocer las máquinas, a dominar el instrumental técnico existente; esta enseñanza práctica es una enseñanza cerrada, circunscrita a la escuela, a la Universidad misma. De este modo, en las escuelas de ingeniería se forman micro unidades de producción, en las cuales los estudiantes conocen los procesos técnicos sin que esto les permita ver lo que estos procesos implican en materia de explotación del trabajo. Así, la técnica aparece como neutral, totalmente desvinculada de la práctica social, independiente de las formas de explotación, de la extracción de plusvalía. Por esto, aunque el estudiante de ingeniería sea de izquierda revolucionaria, es incapaz de ver la enseñanza que recibe y que él va a aplicar, pero éste es un elemento fundamental en el proceso de explotación y de extracción de plusvalía. Esto sería totalmente distinto en la medida que los estudios prácticos se hicieran fuera de la Universidad, directamente en la fábrica, donde los estudiantes aprendieran y trabajaran junto con los obreros.

En cuanto al problema en Economía, es evidente que la enseñanza de la economía está basada en una serie de supuestos ideológicos propios de una sociedad de clases, la que se esfuerza por mantener enmascarados los problemas reales que un economista debería conocer y entender. Las nociones de ingreso nacional, producto per cápita, etcétera, todos sabemos que no tienen un valor real. El estudio de la economía desde el punto de vista de la lucha de clases, lo que es el eje de la economía marxista, es extremadamente reducido en la mayor parte de las universidades latinoamericanas y verdaderamente proscrito en algunas. Entender, por ejemplo, el proceso de desarrollo económico en abstracto, olvidar que se trata de un desarrollo de tipo capitalista, significa inferir al estudiante de economía, aunque sea revolucionario, que el proceso de desarrollo económico, en tanto desarrollo capitalista, es siempre un proceso de acumulación de capital que implica una reproducción ampliada de la separación entre el productor y los medios de producción, una ampliación de la relación de subordinación del trabajador a los propietarios de los medios de producción. Y, por lo tanto, lo que hace el desarrollo económico capitalista es producir masas de trabajadores siempre más necesitadas, más desposeídas en relación al capital, condición básica (…)

[Salto, falta una página en el original]

(…) así nos evitaría concebir el pluralismo erróneamente, no se trata de cerrar la Universidad a la enseñanza de algo; se trata de forzar la crítica. Esto es lo fundamental, lo contrario sería dejar a los estudiantes sin capacidad crítica. Creo que esto corresponde estrictamente al método marxista; ésta es la manera por la cual el marxismo se ha podido imponer y llevar su lucha ideológica, es decir, no partir de cero, sino al contrario, tomando en cuenta todo lo anterior. Entonces, no hay por qué adoptar un sistema distinto en la Universidad.

Síntesis: En cuanto al problema de la transformación de la enseñanza, en la Escuela de Economía [UNAM] se ha planteado que antes de transformar la orientación de la enseñanza es necesario contestar la pregunta de qué economía queremos. Hay gente que dice que es una pregunta falsa, que ése no es el problema. Sin embargo, nos parece importante su opinión.

Ruy Mauro Marini: Yo no creo que sea una pregunta falsa. Para poder definir las líneas de una enseñanza, hay que saber lo que se quiere alcanzar. Desde este punto de vista, no creo que pudiera dar una definición completa, pero creo también que no se trata de dar una receta para crear una receta ideal sino, más bien, dar algunos elementos importantes en la definición del economista que se quiere formar. En primer lugar, un economista que no sea “economista”, es decir, un economista que no esté encajonado en una visión unilateral de la realidad. Creo que es fundamental recuperar la concepción de la economía política, como comprensión de la sociedad en su conjunto. En segundo lugar, un economista que esté en condiciones de ver a la sociedad en su conjunto, que sea capaz de entender cuáles son los procesos que mueven esta sociedad; es decir, un economista que no maneje puras abstracciones ideológicas, sino que vaya más allá y rompa las limitaciones de la economía como ciencia especial. De hecho, desde un punto de vista marxista, la economía como ciencia especial no existe, tampoco la sociología o la política, ya que las tres tienen el mismo objeto de estudio: la sociedad, las transformaciones sociales y, fundamentalmente, la lucha de clases; en cuanto a la metodología, la dialéctica es común a las tres. Podríamos hablar de economía, de sociología, de política marxista, en cuanto al centro preferencial del estudio, que no está separado de los otros aspectos de la vida social sino que constituye el enfoque central, pero el marxismo rechaza la idea de ciencias especiales.

Síntesis: ¿Cuál es la importancia de que el movimiento estudiantil diferencie sus políticas; una, hacia la Universidad, otra, hacia las luchas populares?

Ruy Mauro Marini: La primera cuestión a considerar es que la Universidad tiene que entenderse como parte de la sociedad; por lo tanto, la dinámica de esta institución es la dinámica de la sociedad en su conjunto. No podemos pensar, entonces, en arrebatarle el poder a la burguesía en la Universidad si la burguesía sigue siendo la clase dominante y detenta aún el poder político. En el mismo sentido, las fuerzas que se mueven al interior de la Universidad no constituyen un cuerpo aparte, sino que son proyecciones de las fuerzas sociales que se enfrentan a nivel de la sociedad.

Entendiendo esto, creo que el movimiento estudiantil tiene que actuar a dos niveles, en la lucha al interior de la Universidad y en la lucha fuera de la Universidad. En cuanto a la lucha al interior, es el campo específico de actuación del movimiento estudiantil y le permite enfrentarse a la burguesía en la forma inmediata en que le aparece; le permite ganarse a los sectores aún no politizados, por tanto, permite al movimiento estudiantil constituirse como movimiento. Me parece que ésta es una condición fundamental para que pueda actuar a nivel social. Sin embargo, quedarse allí sería un error, en la medida en que no se estaría viendo la ligazón de la Universidad y el movimiento estudiantil con la sociedad en general y, por otro lado, la significación del movimiento estudiantil, en tanto proyección de sectores sociales, particularmente de pequeña burguesía.

El problema del movimiento estudiantil está en desarrollar simultáneamente su acción hacia afuera, buscando alianzas con las fuerzas revolucionarias, únicas capaces de transformar las estructuras económicas y políticas de la sociedad burguesa, transformarla en otra sociedad, la sociedad socialista. Estas fuerzas son, fundamentalmente en nuestros países, el proletariado y el campesinado.

Entonces, la dinámica del movimiento estudiantil va muy relacionada con estos dos niveles. Si el movimiento se encierra en la Universidad es un movimiento débil, es un movimiento estudiantil que no cumple el papel que las fuerzas revolucionarias esperan de él; y los objetivos que se proponga están frustrados con anticipación, ya que no hay posibilidad de transformar la Universidad, no se puede liquidar el poder de la burguesía en la Universidad si no se está simultáneamente combatiendo para liquidar el poder de la burguesía a nivel de la sociedad en su conjunto. Por lo tanto, mantenerse sólo al interior de la Universidad sería negar la posibilidad de alcanzar los objetivos que se plantea el movimiento estudiantil; por otro lado, si se plantea solamente el otro aspecto, del modo como lo hacen algunos grupos políticos, sacar a los estudiantes e integrarlos de manera individual al trabajo fuera de la Universidad, no se permite al movimiento estudiantil jugar un papel en tanto movimiento estudiantil, en tanto sector determinado del movimiento de masas.

Desde el punto de vista del movimiento estudiantil con el movimiento de masas, hay que distinguir el doble papel que puede jugar: un papel de detonante para abrir cauces al movimiento popular y, al mismo tiempo, ser una fuerza auxiliar de las fuerzas populares, campesinas y proletarias fundamentalmente, que son las fuerzas en condiciones de cambiar de raíz la sociedad burguesa.

Plantear las cosas de esta manera nos evita caer en desviaciones obreristas, que conducen a la disolución del movimiento estudiantil en el movimiento de masas e imposibilitan, por tanto, que el movimiento estudiantil juegue su papel como tal; por otro lado, nos evita caer en posiciones izquierdistas, que niegan la especificidad del movimiento estudiantil y, por lo tanto, la necesidad de tener una política propia hacia el movimiento popular, por una parte, pero también una política hacia la Universidad. Creo que las dos desviaciones niegan la particularidad del movimiento estudiantil, lo que lleva a la destrucción del movimiento estudiantil como tal.

Es fundamental que el movimiento estudiantil sea capaz de definir su política a nivel de la Universidad, una política de transformación, y una política en el plano de la lucha de clases, en alianza con el movimiento obrero, con el movimiento campesino, en el sentido de luchar por una transformación de mucho mayor envergadura: la destrucción de la sociedad burguesa y la construcción de la sociedad socialista.

Ruy Mauro Marini


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