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Sucesión norteamericana: bajan las posibilidades de Carter

Fuente: Archivo de Ruy Mauro Marini. Publicado en El Universal, México, miércoles, 7 de marzo de 1979.


En un año decisivo para la conformación del cuadro en que tendrán lugar las elecciones presidenciales de 1980, en Estados Unidos, la posición del presidente Carter sufre un notable deterioro. Los más recientes sondeos de opinión han revelado que su popularidad se encuentra en el punto más bajo, no contando el mandatario con mucho más de un 30 por ciento del apoyo ciudadano. Por otra parte, se acentúa el descontento respecto a su gestión al interior de su propio partido, habiendo un grupo significativo de parlamentarios demócratas tomado posición contra su posible reelección.

El factor más notorio en la difícil situación que enfrenta Carter es su política internacional. Los errores de la Casa Blanca en el curso del reciente proceso iraní han, en cierta medida, colmado el vaso del descontento. Aunque la mayoría de los que fueron oídos en las encuestas de opinión no estuvieran a favor de una intervención directa en Irán, no pueden tampoco aprobar la estrepitosa derrota que allí sufrió la estrategia global norteamericana y, lo que es de responsabilidad más directa del presidente, las torpes maniobras con quo el Gobierno intentó sortearla.

Sin embargo, aunque menos visible, es la situación económica del país lo que viene erosionando de manera más continuada la posición del equipo gobernante. Es ella también la que presenta las perspectivas menos halagüeñas para el curso de este año, decisivo en la definición del cuadro sucesorio. Esto es así sobre todo por las contradicciones a que la política económica norteamericana debe hacer frente en el plano interno y externo.

La aguda competencia que, en el marco de la crisis económica mundial, enfrenta a Estados Unidos con Europa occidental y Japón alcanzó un punto crítico en el último trimestre del año pasado. La práctica norteamericana de propiciar la devaluación del dólar, utilizándola como ariete en la lucha por mercados, puso en evidencia toda su carga peligrosa. Hacia octubre. el dólar se derrumbó en los mercados financieros, provocando, reacciones de los socios europeos de Estados Unidos (que comenzaron a materializarse a través de la formación del Sistema Monetario Europeo), al mismo tiempo que, pese a la caída de su moneda, Estados Unidos no podía impedir que dichos socios, junto con Japón, siguieran obteniendo excedentes comerciales a sus expensas.

Todo ello obligó al Gobierno norteamericano a adoptar medidas para detener la caída del dólar, el 24 de octubre, y luego, ante la ineficacia de las mismas, el 1º de noviembre. Junto a la utilización de las reservas en oro, así como el recurso a créditos y préstamos extranjeros, esas medidas implicaron el encarecimiento del crédito interno, mediante el alza de la tasa de interés, y el anuncio de cortes en el presupuesto. El pánico del mercado financiero internacional pudo controlarse, pero, en el plano interno, las medidas repercutieron de manera negativa.

Esto se expresa en la declinación sostenida de los índices económicos, en los últimos tres meses, que hacen que la mayoría de los expertos anticipen ya la posibilidad de una recesión en el segundo semestre del año. La persistente presión inflacionaria que se observa en el país no favorece un viraje de la política de contención puesta en práctica en noviembre. En consecuencia, no le queda al Gobierno sino cargar con el riesgo del descontento que una recesión, con sus efectos negativos en el empleo y los salarios, así como en las ganancias empresariales, no podría dejar de acarrear.

Si los problemas internacionales fueran la causa única de su desprestigio, Carter podría siempre intentar alguna maniobra espectacular o recurrir a la demagogia. Pero como en su raíz está la crisis económica, sus perspectivas electorales para 1980 son, sin duda alguna, sombrías.

Ruy Mauro Marini


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