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Angola: aunque triunfador militarmente, el MPLA tiene por delante días duros

Fuente: Excélsior, México, 8 de febrero de 1976.


Con la asistencia de más de 80 delegaciones extranjeras, se inició el pasado día 19, en Luanda, la conferencia extraordinaria de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia y África (OSPAA), en apoyo a la República Popular de Angola, que encabeza el Presidente Agostinho Neto. El acto refuerza la posición del MPLA en su lucha contra los movimientos secesionistas pro-occidentales de Angola, FNLA y UNITA, en la cual el primero viene obteniendo notorias ventajas, particularmente tras la ofensiva militar que desató el mes pasado.

No sólo en el plano militar se presenta fuerte el gobierno del MPLA. Además de su unidad interna, cuenta con el reconocimiento de 45 países, entre los cuales más de la mitad de los que integran la Organización de Unidad Africana. Esto le permite aspirar a ser reconocido por ésta, en un futuro cercano, liquidando la actual situación en que la OUA otorga su reconocimiento a los tres movimientos que combaten en Angola.

El MPLA se ve fortalecido también por la debilidad política de sus adversarios. Estos mantienen rencillas internas (a principios de enero, noticias de Londres daban cuenta de choques entre el FNLA y UNITA en las localidades sureñas de Lobito y Benguela, con un saldo de 25 muertos) y su gobierno de coalición no ha sido reconocido hasta ahora por ningún país.

Los intereses de Estados Unidos afectados

Sin embargo, y pese al escepticismo con que el propio gobierno norteamericano —que sostiene activamente a los movimientos secesionistas— contempla la posibilidad de una derrota del MPLA, éste tendrá al parecer que vivir todavía días difíciles. Aunque parezca improbable que el FNLA y la UNITA puedan siquiera restablecer la situación que tenían a principios del año (que era ya de neta inferioridad ante el MPLA), estarán en condiciones, con la ayuda de Estados Unidos, Sudáfrica y Zaire, entre otros, de hostigar aún por largo tiempo a la RPA. La contratación de mercenarios en Inglaterra, Alemania Federal, Italia y en los mismos Estados Unidos, por parte de esos movimientos, y su concentración en Johannesburgo y Kinshasa son una demostración de ello.

Pero esto no es todo. La consolidación de la RPA implica un cambio profundo en el equilibrio de fuerzas africano y mundial. Afecta, por un lado, a los intereses de los regímenes reaccionarios de Zaire y Sudáfrica, con quienes Angola tiene una amplia línea fronteriza. El problema es particularmente grave para Sudáfrica, por el potencial explosivo de su población negra, sometida al apartheid , y la guerra de guerrillas que le mueve la Organización de los Pueblos de África Sudoccidental en Namibia, territorio enclavado entre Angola y Sudáfrica, que el gobierno de Pretoria mantiene ocupado.

La existencia de la RPA afecta, por otro lado, a los intereses de Estados Unidos y las grandes potencias de Europa occidental. Angola es el cuarto productor mundial de café, el quinto de diamantes y ocupa significativa posición en la producción de petróleo y mineral de hierro; cuenta además con un estratégico ferrocarril que liga a los yacimientos de cobre de Zambia y Zaire con los puertos atlánticos de Benguela y Lobito. La consolidación de la RPA implica un desplazamiento de fuerzas hacia el bloque conformado por las naciones progresistas de África negra, como Mozambique, Guinea Bissau y Guinea, más próximas al campo socialista, así como (gracias al sólido apoyo que le ha brindado al MPLA) la afirmación de la influencia de la Unión Soviética en el Atlántico sur.

Todo ello está indicando que, para terminar con el conflicto en que se encuentra envuelta, la RPA tendrá que llegar a una solución política negociada. Lo sabe perfectamente el MPLA, que ha manifestado reiteradamente su disposición de apertura hacia Estados Unidos y los países occidentales, e incluso hacia Zaire, en su esfuerzo por separar a éste de Sudáfrica (lo que parece empezar a dar resultados, con la reciente declaración del Presidente Mobutu de que no permitirá más el paso de mercenarios por territorio zaireño). Lo sabe también la Unión Soviética, que ha adoptado siempre un tono conciliatorio respecto a la cuestión de Angola y preconizado una solución negociada para la misma.

Entendimiento de posición fuerte

Sin embargo, esto no debe prestarse a interpretaciones equivocadas. La disposición conciliatoria del MPLA y la Unión Soviética no implica debilidad. El MPLA lo ha demostrado, no sólo por la recia actitud que mantiene en el plano militar, sino también por su posición de no aceptar ninguna tratativa con los movimientos secesionistas pro-occidentales. La URSS, a su vez, al preconizar para Angola un gobierno de unidad “de todos los patriotas”, ha excluido de su proposición al FNLA y la UNITA por “traidores”; esta posición la reiteró el delegado soviético a la conferencia de la OSPAA, Alexei Dsasokhov.

El MPLA puede perseguir sin dificultad su estrategia de llegar a un entendimiento a partir de una posición de fuerza. El principal obstáculo que podría encontrar para ello, el gobierno norteamericano, no está en condiciones de hacerle frente, como lo reconoció el propio Kissinger hace unos días, en San Francisco. Su equivocada política respecto a Angola es motivo de fricciones en el mismo Departamento de Estado, y provocó inclusive, en diciembre pasado, la renuncia del subsecretario para Asuntos Africanos, Nathaniel Davis. Por su parte, el Congreso se le opone abiertamente, receloso de la reacción de la opinión pública norteamericana, y particularmente de la población negra, en un año de elecciones, ante lo que podría conducir a una intervención similar a la que Estados Unidos efectuó en Vietnam.

Ruy Mauro Marini


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