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Nace en Europa un “marxismo blanco”

Fuente: Excélsior, México, 22 de febrero de 1976.


“Una vía democrática al socialismo. Un socialismo para Francia”. Bajo esta consigna, el Partido Ouen. Allí se consagraron las tesis que venía  propugnando su secretario  general, Georges Marchais, en el sentido de descartar al “dogma” de la dictadura del proletariado y la noción misma de proletariado en favor de “la más amplia unión del pueblo de Francia”, así como de optar por la vía electoral como la única para la conquista del poder. Se criticó además duramente a la Unión Soviética, so pretexto de la represión allí ejercida contra los intelectuales disidentes, pero en realidad con el propósito de proclamar la independencia del PCF frente a ésta.

Enfrentamiento entre EU y la URSS

El Congreso del PCF arroja también una luz definitiva sobre las posibilidades de una reunión cumbre de los 28 partidos comunistas europeos, de la que se habla desde hace algún tiempo. Dicha reunión debiera realizarse antes del próximo congreso del PC soviético, pero quedó aplazada indefinidamente en la conferencia preparatoria habida a fines de noviembre pasado, en Berlín oriental.

Esto (y el endurecimiento de la posición soviética que se observó entonces) constituyó una sorpresa, una vez que, en un cónclave anterior, también en Berlín, en la primera quincena de octubre, se acordaron la fecha de la reunión y los puntos básicos de entendimiento: el principio de la unidad en la diversidad, el respeto a las vías nacionales al socialismo y el rechazo al partido guía, en concreto, al papel hegemónico del PCUS.

Algunos hechos habían ocurrido entretanto. El documento de amistad firmado en Moscú por el dirigente del PC de Alemania Democrática, Erich Honecker y Leonid Brejnev, fue considerado por círculos yugoslavos como una reafirmación de la tesis de la “soberanía limitada”, que impera en el bloque soviético.

Riesgos europeos de la distensión

Inmediatamente después, el PC de Alemania Democrática dio a conocer su proyecto para la reunión cumbre comunista.

En él se insistía sobre los riesgos para Europa que acarrearía en proceso de distención y desarme ante los objetivos expansionistas de Estados Unidos y se descalificaba la conveniencia de alianzas estrechas entre los partidos comunistas occidentales y los partidos socialistas y socialdemócratas.

Paralelamente, se producía el enfriamiento de relaciones entre la Unión Soviética y Estados Unidos, con motivo del conflicto de Angola. El mismo Henry Kissinger ha querido obstaculizar el acercamiento entre socialdemócratas y comunistas europeos, secundado por los jefes de la socialdemocracia de Alemania Federal y Dinamarca, Helmut  Schmidt y Anker Joergesen. Sin embargo, la conferencia socialdemócrata llevada a cabo en enero pasado, en Elsinor, en este último país, mostró profundas divisiones entre sus integrantes sobre este asunto.

El intento del líder francés, Francois Mitterand, por llegar a un acuerdo con los socialistas del sur de Europa, más proclives a ese acercamiento, en un encuentro realizado en París una semana después, fracasó también a su vez.

Como quiera que sea, y pese a excepciones como la del PC portugués, los partidos comunistas europeos, liderados por el PC italiano, aparecen en una posición que se aleja cada vez más de su antigua línea ideológica (aunque no precisamente de la línea política que han seguido desde los años treintas) y, en consecuencia, de la Unión Soviética. Ello ha dado motivo a que se comience a hablar en Europa de un “comunismo blanco” en oposición al “comunismo rojo” que encabeza Moscú.

La situación es bastante diferente en lo que respecta a los partidos comunistas latinoamericanos. En junio del año pasado, reunidos en La Habana, éstos uniformaron sus posiciones, que se expresaron en una declaración conjunta. Las reservas que mereció, de algunos participantes, la crítica que allí se hacía a la política china no influyó para nada en su mayor alineación con la Unión Soviética.

Desde luego, hay puntos de convergencia entre los comunistas europeos y latinoamericanos. Hay que tener presente que el experimento allendista de “la vía chilena al socialismo”, definida como la edificación progresiva de un socialismo democrático y pluralista y que consagraba como vía para la conquista del poder a la vía electoral, sigue teniendo prestigio entre éstos.

La diferencia no es muy grande respecto a la profesión de fe hecha por Ugo Peccioli, delegado del PC italiano al VII Congreso del Partido Obrero Unificado Polaco, en diciembre pasado. Tras indicar que su partido ha escogido “una vía italiana al socialismo” Peccioli declaró: “Queremos edificar en Italia una sociedad socialista, que tenga como base indispensable el pluralismo político y el respeto de las libertades democráticas”.

El PCI ante la Democracia Cristiana

El mismo empeño con que el PCI persigue una alianza con la Democracia Cristiana, fiel a su tesis de que el “compromiso histórico” con el régimen político vigente en Italia impone un acuerdo con el partido mayoritario (35.3 por ciento de los votos contra el 33.4 obtenidos por el PCI en las elecciones regionales de junio pasado), no difiere de la línea seguida por muchos partidos comunistas latinoamericanos.

Sin embargo, su mayor debilidad electoral y la sólida alianza que se ha establecido entre La Habana y Moscú le cierran el paso a aventuras ideológicas como las que están ocurriendo en Europa.

Ruy Mauro Marini


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