La Universidad en América Latina
Fuente: entrevista realizada por la revista Educación en el mundo, v. 3, n. 15, México, marzo-abril de 1978, pp. 7-13.
1. ¿Qué papel debería jugar la Universidad en un país capitalista dependiente?
R. Habría que partir de las posiciones generales que ésta desempeña, tales como la investigación, la docencia, la extensión y la difusión. La actividad fundamental es la creación permanente de conocimientos respecto a la sociedad en la cual ésta se encuentra inserta. La creación que se hace es fundamentalmente a través de la investigación, pero también en el proceso de docencia, pues es básicamente necesario que la investigación se vierta en el proceso de docencia y que sea fecundada constantemente por la investigación. Y asimismo la transmisión de estos conocimientos hacia el conjunto de la sociedad, a través de la difusión y extensión cultural, de manera que la Universidad está cumpliendo constantemente con su aspecto social más importante. Esas funciones generales de la Universidad y esas funciones de la Universidad, en general, se ven naturalmente acentuadas en los países capitalistas dependientes, dado el nivel cultural y técnico extremadamente bajo del que disponen, lo que acentúa la importancia de la Universidad en ese proceso de cambio. Una función importante de la Universidad, es la de ser un centro de irradiación cultural y técnico hacia los sectores de la población que no tengan acceso a la Universidad, que son la amplia mayoría. Y esto realizado a través de la docencia. En este sentido es fundamental para que la Universidad pueda cumplir este papel de generador y creador de cultura y de técnica. Y que la investigación cumpla un papel destacado en la Universidad y vaya íntimamente ligado a la docencia. Es decir, no puede haber una buena docencia si no hay una investigación apuntalando esa docencia. Y tampoco la investigación es buena, si esa investigación no se trasvasa en la docencia, si no llega a las masas de los estudiantes y si no se extiende fuera de la Universidad.
Pienso que esas funciones se ven agudizadas en los países capitalistas dependientes, pues en estos países la mayoría de la población carece de los elementos básicos y fundamentales. La Universidad en estos países, menos que en cualquier otro, no puede ser elitista, un recinto cerrado; debe estar vinculada a la inmensa mayoría de la población.
2. ¿Qué papel debe desempeñar un docente universitario dentro del contexto sociopolítico en el cual la Universidad está inserta?
R. Un poco lo he señalado en lo que he dicho anteriormente. Creo que el centro universitario tiene en primer lugar, el papel de profundizar en el conocimiento de ese contexto, que es la tarea fundamental de la investigación. No se trata de ligar y hacer una investigación exclusivamente concreta —que sigue teniendo su importancia, su papel—, pero es normal que incluso en la investigación teórica los temas fundamentales a que se dirige la investigación, sean aquellos temas que realmente importan de manera decisiva, para la comprensión del proceso socio-político, al cual la Universidad pertenece. Por otro lado, la Universidad tiene sobre esa realidad un papel de práctica de transformación, en el sentido de que ese conocimiento se va elaborando sobre la realidad. Es necesario que por un lado ese conocimiento sea traspasado a las fuerzas motrices, a las masas trabajadoras del campo y de la ciudad. Esto se hace en parte a través de sus publicaciones, o sea por medio de los diversos elementos con que cuenta para vehicular ese conocimiento crítico, pero también lo hace, como yo señalaba, a través de la docencia. Es decir, proyectando la docencia hacia la realidad concreta, en el sentido de permitir a los estudiantes una práctica social concreta y por otro lado, facilitar el contacto, la transmisión de ese conocimiento por parte de los estudiantes, en el curso de su actividad académica. Es decir, las prácticas de campo, la vinculación de la vida académica con la vida social concreta. Esto es fundamental, y la Universidad no puede dejar de cumplirlo, particularmente en un país dependiente. Y no puede de ninguna manera cerrarse sobre sí misma, y convertirse en una torre de cristal.
3. ¿Qué tipo de relación debe existir entre el Estado y la Universidad?
R. En un país capitalista yo creo que es indispensable que la Universidad mantenga respecto al estado burgués, una autonomía. De tal manera, que realmente no sea condicionada, determinada en su accionar académico por los intereses contingentes, particularmente de la política burguesa. En ese sentido, creo que hay que esforzarse para que realmente se obtenga el máximo de autonomía respecto al Estado. Esa es una vieja reivindicación, una vieja conquista también en América Latina.
Levantada inicialmente por la burguesía en los años veintes, pero especialmente por la pequeña burguesía.
Siempre que se trata de adecuar la Universidad a determinados intereses de clase, las clases que no están en el poder, tienden normalmente a plantear la Autonomía, que es lo que pasó en los años veintes, donde había un fuerte peso de la misma burguesía frente a la vieja oligarquía. Y la burguesía levantaba como consigna fundamental al problema de la Autonomía Universitaria.
Pasó lo mismo en la reforma de 1960, donde ya la fuerza principal era la pequeña burguesía, una pequeña burguesía más vinculada y esforzándose por interpretar (no siempre lográndolo), los intereses de las masas trabajadoras, que también en ese momento levantó la reivindicación de la Autonomía Universitaria.
Y pienso que será siempre así, en las sociedades en que la lucha de clases se agudiza, en donde la lucha en torno al poder político aconseja tener distancia frente al poder político, para no convertirse en el coto de caza, campo reservado a las fuerzas sociales que ya detentan ese poder y contra las cuales se desarrolla la lucha de clases. Pero en un estado obrero donde la clase obrera detenta realmente el poder político, me parece normal que la clase obrera reivindique que se abandone la consigna de la separación tajante entre la Universidad y el Estado. Y que la Universidad sea acondicionada como todo el sistema de dominación —del cual la Universidad es parte— a los intereses de la clase obrera, a su política, en el sentido de construir una sociedad distinta.
No es simplemente algo que ocurra rápidamente, pero de todas maneras, particularmente en el terreno de la investigación, es necesario que respondiendo a los intereses de la clase obrera, se mantenga un cierto campo de libertad, de relativa autonomía, sin lo cual se puede caer en el peligro de eliminar, de impedir la reflexión crítica sobre la sociedad. Sobre la política que desarrolla la clase obrera a través de sus instrumentos de expresión. El problema de la autonomía no desaparece totalmente, pero adquiere otro carácter, puesto que la oposición que puede darse, esa oposición, esa contradicción se ve enormemente atenuada y en cierta medida superada.
4. ¿En qué términos debe plantearse la relación docente-alumno?
R. La relación docente-alumno debe ser fundamentalmente una relación de estrecha colaboración y coordinación. Se trata más bien de la búsqueda del conocimiento realizado entre dos polos, los docentes y los alumnos. Desechando, por lo tanto, la antigua relación unilateral, paternalista y autoritaria entre el docente y el estudiante. En mi opinión, eso no debe llevar a hacer desaparecer la diferencia que existe entre los dos centros, el profesor y el estudiante. Se supone que existe una cierta diferencia, en la medida en que el profesor tiene determinados elementos, de conocimientos, mayor experiencia en la investigación de los problemas, que justamente aporta en este proceso de creación conjunta del conocimiento. Sin embargo, si esto no es de cierta manera controlado, no es vigilado por los estudiantes, puede llevar a que el mismo profesor no se vea estimulado a elevar su nivel, a mejorar sus métodos de enseñanza, a estudiar más para atender los requerimientos de los estudiantes. Por lo tanto, esta dialéctica entre profesor y estudiante es lo que asegura la buena calidad de la enseñanza. En un marco no de autoritarismo sino de consenso.
5. ¿Cuál sería la forma más apropiada de dirección o gestión en una Universidad?
R. Yo creo que en la Universidad existen diferentes elementos, componentes. En la vida global de la Universidad, y en otros aspectos, es evidente que todo el cuerpo auxiliar, administrativo, trabajadores de obra, etcétera, es importante. Pero la importancia central está asignada a los profesores y a los estudiantes. Pienso que se deben buscar formas de gestión en cierta manera colegiada, que permita una participación real, activa de los estudiantes y los profesores.
Para eso existe la Universidad, para que los profesores y los estudiantes puedan emprender esa búsqueda, esa creación conjunta de conocimientos, eso ha asumido normalmente la forma de la cogestión. La cogestión, en sí, no es la mejor solución, aunque sea realmente mil veces superior a la ausencia total de participación del estudiantado en los programas de estudio. Pienso que la cogestión es una etapa intermedia, de transición, a lo que debe ser la forma correcta por la cual se debe dirigir la Universidad, particularmente, en los aspectos académicos. La cogestión, tal como se la viene aplicando, tal como se la entiende, corresponde a la implementación, digamos, en un régimen parlamentario en la Universidad, que disuelve de cierta manera los intereses específicos de los estudiantes, de los profesores y, además, mantiene formas discriminatorias, en cuanto al mismo proceso de elección de autoridades de los cuerpos colegiados, etcétera; y responde a la idea de la Universidad como una comunidad, como un conjunto de ciudadanos, de personas aisladas, que no mantiene entre ellos ningún tipo de contradicción. Yo creo que eso es completamente falso. Existen muchas veces intereses que se chocan y pienso que la manera por la cual se puede llegar a un sistema colegial adecuado, es estableciendo formas de organización independientes.
Tanto los profesores como los estudiantes deben crear sus propios órganos de representación y organización, y a través de esa organización independiente, buscar entonces la confluencia y el acuerdo de los cuerpos colegiados, pero asegurando la independencia de los respectivos sectores. Y no tratando de diluir las diferencias entre ellos y creando un régimen que funcione al estilo parlamentario y puramente representativo. En el sentido que los representantes que son elegidos no están controlados por las bases docentes, estudiantiles, etcétera, pienso que no asegura una gestión correcta y una participación masiva de los profesores, de los estudiantes, en la conducción de los asuntos universitarios.
6 ¿Cómo debería planificarse la educación en nuestras sociedades dependientes?
R. Existe por un lado la necesidad que la Universidad no se aparte totalmente de los requerimientos específicos de la economía existente de la empresa. Sin embargo, si limitamos la Universidad a esto, hay que entender que lo que tenemos en los países dependientes es una economía capitalista aunada con los intereses del gran capital. La estricta adecuación de la Universidad a los intereses de la economía es en última instancia una adecuación de la Universidad a los intereses del capital.
La función de la Universidad debe ir más allá de la preparación de técnicos, personal calificado, investigadores, etcétera, tiene la función de creación de cultura y de técnica. En cierta medida, la Universidad debe adecuarse no sólo a lo existente, a la economía imperante, a la economía regida por el capital, sino al tipo de proyecto que las fuerzas progresistas, las fuerzas revolucionarias tienen frente a la Universidad, o sea una economía que todavía no existe, a la cual se tiende. La Universidad no puede estar determinada simplemente por las exigencias de la economía presente, sino por las exigencias de una economía que todavía no se ha logrado pero que se trata de construir. Está vinculada al futuro, y en ese sentido lo hace desarrollando actividades que no se ajustan y que muchas veces chocan (y que es bueno que así sea), con los intereses específicos de la economía capitalista. La Universidad en cierta manera, debe estar en contradicción con esas fuerzas. La planificación se ajusta no sólo a la conservación y reproducción de la sociedad tal como es, pero también a su transformación.
7. Dentro del contexto de la educación superior, ¿cómo debería plantearse la relación teoría y práctica?
R. Creo que deberían ir estrechamente vinculadas estrechamente ligadas. Particularmente, tomando como ejemplo el caso de la docencia. Yo creo que la Universidad de por sí significa la: cristalización de la separación entre teoría y práctica, la separación entre trabajo manual e intelectual. En ese sentido la Universidad tiene que esforzarse por superar, digamos, su propio pecado original, y buscar esa vinculación entre teoría y práctica, cambiando radicalmente sus contenidos y sus métodos. Nosotros tomamos por ejemplo, el caso de Medicina, de Ingeniería, etcétera, lo que vamos a ver es la creación de mini-organismos que tratan de imitar a aquéllos que existen en la realidad social, para que ahí los estudiantes hagan sus prácticas, (talleres, laboratorios, hospitales universitarios), totalmente separados de la realidad en que van a integrarse mañana. Los verdaderos talleres, los verdaderos laboratorios, son aquellos que están en la sociedad misma, son las fábricas, los edificios en construcción, etc., y ahí se deben dirigir los estudiantes para hacer sus prácticas, tratando de buscar, digamos, una enseñanza activa estrechamente vinculada a la realidad, en la cual mañana, como profesional van a ejercer. Lo que, por otra parte, crea canales adecuados para la penetración, la expansión y difusión de la Universidad, no sólo por medio de la difusión cultural, sino particularmente a través de la docencia en la sociedad, ya que hay ahí un movimiento de doble sentido. Lleva a los estudiantes, a los profesores para estudiar, para transmitir conocimientos, para hacer revertir sobre la Universidad los resultados de esa vivencia que puedan tener los profesores y estudiantes a través de su vinculación directa a la realidad social.
8. Frente a la posición de la admisión irrestricta a la Universidad, ¿cuáles son las facetas positivas y negativas de la misma en un país capitalista dependiente?
R. Esencialmente le veo facetas positivas, prácticamente no le veo las negativas. Se podría hablar de negativas, al hecho de que el nivel de la enseñanza tiende a bajar por la explosión demográfica en la Universidad. En verdad, esto es así, porque se insiste en mantener frente una Universidad cambiante, a una Universidad que ha crecido enormemente respecto a lo que era en el pasado. Una serie de métodos de enseñanza que son puramente tradicionales y que naturalmente no son capaces de adecuarse a la nueva realidad que tiene la Universidad, desde el punto de vista de su masividad. Lo que se necesita ahí, es justamente sacudir ese tradicionalismo, buscar los métodos de enseñanza adecuados a la nueva realidad, y yo creo que en esa búsqueda de lograr los métodos de enseñanza, lo que aparece como aspecto negativo, desaparece totalmente, no se mantiene. El hecho de que se mantenga, insisto, se debe a que la Universidad sigue inspirándose en ciertos ideales elitistas frente a una realidad que ya no es así o que tiende a serlo cada vez menos. Le veo aspectos positivos, pues la apertura de la Universidad significa ampliar las posibilidades para que la Universidad cumpla con sus funciones de generar conocimientos y ampliar la irradiación de sus conocimientos a toda la sociedad. Habrá más posibilidades también para la incorporación a la Universidad de jóvenes de diferente extracción social, que tienen derecho como todos los demás a la enseñanza. Me parece que el problema no es solamente el de ampliar indiscriminadamente la matrícula, sino que sacando de los métodos de enseñanza, la interpenetración entre Universidad y sociedad, esto es lo que puede asegurar que los jóvenes de extracción proletaria o campesina puedan llegar a la Universidad. Tal como ocurre hoy en día, la expansión de la matrícula significa un beneficio fundamentalmente para la pequeña burguesía y escasamente llega para los sectores campesinos y proletarios. Para que eso pudiese ser así, el sistema de enseñanza debe cambiarse radicalmente, pues tal como se encuentra hoy en día, el mismo sistema de enseñanza constituye un elemento de discriminación respecto a esos sectores.
9. ¿Cuáles fueron los efectos reales e influencia de la creación y desarrollo de la Universidad de Brasilia?
R. La Universidad de Brasilia comenzó a funcionar en 1962, y lo que se observaba allí era un esfuerzo por romper la estructura del estudio brasileño, para llevarla a algo distinto. Hay que ver que la escuela de universitarios brasileños es una de las más conservadoras de América Latina. Empezando por señalar que el problema de la Autonomía Universitaria nunca fue conquistado por el estudiantado brasileño. La universidad está totalmente subordinada al Estado.
Lo que se puede señalar respecto a la Universidad de Brasilia es que se crea al margen del sistema universitario extremadamente conservador, elitista, cerrado, mandarinesco, se podría decir. Es una Universidad con una dinámica distinta, pues trataba de vincularse a las necesidades del desarrollo económico y se abría a la enseñanza de corrientes que como el marxismo estaban proscritas de la Universidad brasileña. Reclutaban su personal sus profesores entre intelectuales jóvenes que no tenían como penetrar en ese cascarón cerrado, que era la Universidad oficial en el Brasil. En poco tiempo la Universidad de Brasilia se convirtió en un polo de atracción para los universitarios de todo el país. Había estudiantes que venían de los lugares más distantes del país, buscando algo distinto, diferente a lo existente en otras universidades. Respecto a los efectos, no llegan a hacerse sentir, puesto que la Universidad existió escasamente dos o tres años, porque ya en 1964, con el golpe militar fue hostigada inmediatamente y allanada varias veces y finalmente se llegó a la renuncia masiva de los profesores y al hecho que los estudiantes abandonaran la Universidad.
Uno podría imaginarse alguno de los efectos que hubiese tenido. Por un lado, la creación de una corriente con escala distinta, el desarrollo de la investigación sería distinto al de la Universidad tradicional, aunque se observara una cierta tendencia al tecnocratismo, a un cierto eficientismo, y detrás de la Universidad estaba una concepción desarrollista (cepalina casi) respecto al país. Que seguramente iría a hacer crisis más adelante, ya se empezaba a observar en la Universidad las contracciones que se iban dando en ese profesorado joven, una intelectualidad en formación, inquieta, y un estudiantado que venía en busca de determinados elementos, y que muchas veces chocaba con esa concepción algo tecnocrática, eficientista, que la Universidad contenía desde su misma gestación. La crisis no llegó realmente a estallar. Pero a medida que no hubo tiempo para ello, tampoco hubo tiempo para apreciar los efectos que esa Universidad podía crear. Pero sí se observó el impacto que la creación de la Universidad provocó en el estudio universitario, en la educación, y en la misma sociedad brasileña, y sin que ese impacto pudiera ser investigado.
10. En los últimos años hubo en Brasil una inmensa ola de inversiones extranjeras y un crecimiento económico. ¿Influyeron en alguna forma estas inversiones en el programa de estudios y en las estructuras de la Universidad?
R. Sí, ha influenciado bastante. Y no sólo por el hecho de ser inversiones extranjeras, sino por el hecho de que la economía que se trata de edificar es a partir del golpe militar de 1964, una economía consagrada a los intereses del gran capital, tanto extranjero como nacional. Evidentemente la Universidad no deja de sufrir el impacto de esa política, en el sentido que la Universidad debe adecuarse cada vez más a los requerimientos que plantea la necesidad de mano de obra calificada, o altamente calificada, lo que condujo a que la dictadura brasileña hubiera encaminado poco a poco a la Universidad hacia una concepción eminentemente eficientista, concebida como una empresa, elitista, con exámenes de admisión y planes de estudio que discriminan a la mayor parte de la juventud que busca acceso a la Universidad y no logra entrar, y los que entran y tienen que adecuarse al principio o la función que se les otorga y es el de convertirse en tecnócratas. O sea, elementos que sean capaces de actuar con eficiencia en la reproducción de ese gran capital nacional y extranjero.
11. Antes del golpe militar de 1964, el movimiento estudiantil fue la avanzada social que realizó importantes movilizaciones de masas por reivindicaciones democráticas. ¿Cuál fue el comportamiento de esas capas sociales después del golpe, y cómo se desarrollaron y se expresan hoy en día?
R. Los estudiantes después del golpe militar siguieron jugando un papel bastante importante desde el punto de vista de la lucha social, de la lucha contra la dictadura. Es importante ver que el auge del movimiento de masas que se produjo en 1968, tuvo en los estudiantes uno de los elementos de avanzada, de los elementos claves. Y los estudiantes se movilizaron realmente por unas reivindicaciones académicas, pero fundamentalmente por reivindicaciones políticas. Y se enrolaron de manera activa en la lucha contra la dictadura junto a otros sectores, como los sectores de vanguardia de la clase obrera. El resultado de esa intensificación de la lucha en 1968 por reivindicaciones democráticas, fue una mayor represión, extremadamente violenta, que sin embargo, no ha doblegado a las masas estudiantiles brasileñas que siguen siendo eminentemente hostiles a la dictadura militar. Y sigue alimentando inquietudes que naturalmente no puede satisfacer la Universidad y éstas se mantienen vivas. Los estudiantes han buscado y siguen buscando por todos los medios, encontrar formas de organización adecuadas a la condiciones de lucha, y de lucha política que tienen que enfrentar hoy en día, y simultáneamente realizar alianzas sólidas con las masas trabajadoras, con los sectores más explotados de la sociedad brasileña; que por efectos de la política económica de la dictadura militar son los sectores que más sufren esta política. Ellos continúan siendo un elemento bastante importante en la lucha política brasileña aunque haya habido una cierta modificación, que por lo demás no es exclusiva sino que se observó en toda América Latina, en Francia, Italia, incluso en Europa. Es decir, la conversión del Movimiento Estudiantil, que aunque le cabe un papel sumamente importante como el detonador en la lucha social, es a través del desarrollo de su otra función importante en esa lucha, la de elementos de apoyo que son capaces de darle a la sociedad una transformación profunda, como es la clase obrera. Es a través del desarrollo de esta función de apoyo, que se puede asegurar la victoria en los combates que van librando. Es decir, los estudiantes pueden lanzarse en un determinado momento a la cabeza de la lucha social, pero no hay ninguna posibilidad que obtengan realmente la victoria si esa lucha social, no solamente incorpora, sino pasa a ser hegemonizada por la clase obrera. Esa es una comprensión a la que el estudiantado brasileño ha llegado y que justamente lo ha llevado a reducir en cierta medida su activismo, su actividad política más visible y haya buscado, esté buscando, las formas más sólidas de relación, de vinculación, entendiendo que la lucha tiene que ser una lucha en la cual participen de manera activa las fuerzas sociales decisivas que como los demás casos de rebelión estudiantil han demostrado (no únicamente en el Brasil); los estudiantes solos no pueden lograr una victoria que abarque los intereses de toda la sociedad.
Ruy Mauro Marini
Licenciado en Administración Pública. Maestro en Ciencias Políticas. Dictó cátedra en las universidades de Brasilia, Concepción (Chile), El Colegio de México y actualmente en la UNAM.
Miembro del Consejo de Redacción de las siguientes publicaciones: Sociedad y Desarrollo, Chile hoy, Ciencia Social, Foro Internacional.
Libros publicados:
Dialéctica de la Dependencia.
Subdesarrollo y Revolución.
Libros con otros autores.
Transición al socialismo y la experiencia chilena.
Diez años de insurrección en América Latina.