Nicaragua: economía y política en el Plan 1980
Fuente: Archivo de Ruy Mauro Marini. Publicado en El Universal, México, miércoles, 5 marzo 1980.
El plan económico que, bajo el nombre de Programa de Reactivación y Emergencia en Beneficio del Pueblo, se ha dado a conocer en Nicaragua constituye uno de los documentos más novedosos que, sobre la materia, se han elaborado en Latinoamérica. Trascendiendo el marco estrictamente técnico que caracteriza a los materiales de este tipo y su lenguaje cifrado, el plan nicaragüense hace explícita la relación de la política económica con el proceso de transformación revolucionaria que vive el país, ubicándose con ello claramente en el campo de la economía política. Así mismo, por su concepción de lo que es la economía nicaragüense y sus relaciones con la economía mundial, recoge en amplia medida los aportes que sobre la cuestión ha dado en nuestro continente la teoría marxista de la dependencia.
El diagnóstico de la situación del país y las metas que fija el plan son realistas. El sistema productivo y el aparato estatal han sido desarticulados por la guerra civil; la baja de la producción agrícola en 1979 ha sido dramática; se enfrenta una crisis financiera, provocada por el saqueo perpetrado por Somoza y su camarilla, y pesa sobre el país una considerable deuda externa. Los años de 1980‑81 deberán, pues, destinarse a restablecer los niveles de producción, consumo y empleo de 1973, para luego alcanzar los de 1977, considerado un año normal.
Para 1980, la producción material deberá situarse todavía un 9% por debajo del nivel de 1978 (con la sola excepción de la construcción), mientras que la producción de servicios podrá incrementarse en un 37%. El motor de la reactivación será la inversión pública, que deberá elevarse, siempre en relación a 1978, en un 200%, contra un aumento de sólo un 30% esperado en la inversión privada. Ello supone un déficit fiscal del orden de 2,500 millones de córdobas, a ser financiado en un 12% por fuentes internas y el restante por fuentes externas; esto último, aunado al déficit comercial previsto de 176 millones de dólares, exige un financiamiento externo para este año de 370 millones de dólares.
Como lo enfatiza el mismo plan, éste se ha elaborado desde la perspectiva de las grandes mayorías. Es natural, pues, que privilegie el consumo popular (que crecerá en un 105%), respecto al consumo suntuario (que lo hará sólo en un 90%), sobre la base del aumento del empleo y de una redistribución del ingreso. Así mismo se recurrirá a la tributación progresiva, la defensa del salario real y al control de precios y abastecimiento de bienes esenciales.
La recuperación económica es vista, también, como factor de unidad nacional y de transformación de las estructuras capitalistas de explotación y dependencia. En consecuencia, junto a la esperanza de que la empresa privada y la comunidad internacional colaboren activamente con el plan, éste pone en primer lugar, como sujetos del mismo, al pueblo trabajador y al gobierno revolucionario.
Habrá que seguir con atención los pasos que, a partir de esta formulación programática, dará en el curso de este año la política económica sandinista. Las dificultades que encuentre y la forma en que las supere no interesan sólo al pueblo nicaragüense: serán una fuente extremadamente rica en enseñanzas para las masas trabajadoras de todo el continente.
Ruy Mauro Marini